lunes, abril 20, 2020

 

DEPORTE AL DURO Y CON GUANTE




El hecho de que áreas, instalaciones y centros de la enseñanza deportiva permanezcan inactivos no significa que el personal de ese sector esté tranquilamente en casa, de brazos cruzados, esperando a que la muerte del nuevo coronavirus permita retornar a la normalidad en Ciego de Ávila.
 



Como evidencia de ello, 600 trabajadores permanecen ocupados en actividades de enfrentamiento a la enfermedad, según ha trascendido en deliberaciones del Consejo de Defensa Provincial.

Declaraciones de Leonardo Rodríguez Sánchez, director provincial de deportes, indican que más de 400 avileños de esa esfera apoyan tareas de pesquisaje, 104 más lo hacen en la fumigación, mientras otro grupo se encarga de llevarles medicamentos a adultos mayores o alimentos elaborados en unidades del Sistema de Atención a la Familia (SAF).

Alienta, por demás, saber que, a pesar del contacto o de los riesgos que pueden generar esas labores, ningún trabajador del ámbito deportivo ha sido contagiado con el nuevo coronavirus, realidad que confirma vitalidad y capacidad para responder a necesidades del país.

Según la propia fuente, los 31 colabores deportivos que la provincia  mantiene en el exterior del país también presentan buen estado de salud, según se ha podido comprobar mediante comunicación con ellos y con sus familiares.

De manera preventiva, se ha realizado pesquisa entre más de 500 que cooperan aquí en la lucha contra la Covid-19, sin que hasta el momento hayan aflorado casos positivos. 

Como estrategia, se aprovecha esta etapa para realizar acciones  de reparación y mantenimiento en centros e instalaciones de la enseñanza deportiva. 

Así sucede en la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar (EIDE) Marina Samuel Noble, en la Dirección Municipal de Deportes y en el estadio José Ramón Cepero donde se trabaja en un gimnasio.

Entre tanto, varios atletas avileños idean el modo de continuar  preparándose en sus propios hogares. Saben que este adverso momento pasará y que es preciso no perder condicionesfísicas y psíquicas para cuando se reanuden el calendario competitivo y el régimen normal de entrenamientos.




martes, abril 14, 2020

 

MORÓN SE BLINDA





Sabe muy bien Morón (autoridades, organismos, población…) que el menor descuido puede ser aprovechado por el coronavirus y complicarse aún más la situación del municipio.

Con uno de sus Consejos Populares (Turiguanó) declarado en cuarentena desde el sábado 11 de abril, por motivos de transmisión local del nuevo coronavirus, urge extremar medidas para prevenir, en sentido general, y para cortarle posibilidades concretas de propagación a esa mortal enfermedad que ya ha enlutado a más de 108 mil familias en todo el planeta.

Por eso, los moronenses han abierto cinco puntos para la desinfección de medios de transporte que se dirigen hacia la también llamada Ciudad de El Gallo.

Incluida dentro de las orientaciones del Consejo de Defensa Municipal, encabezado por Amauri Musa Lara, tal decisión pretende cerrarle todavía más el paso a las posibilidades de transmisión de la enfermedad, en las carreteras de acceso.

Con ese propósito, personal sanitario y medios de fumigación desinfectan neumáticos, manillas de puertas y de maleteros, parabrisas y costados de vehículos, en los límites geográficos con los municipios de Bolivia, Chambas, Ciro Redondo y Ciego de Ávila, además del punto enclavado en Turiguanó.

De acuerdo con declaraciones de Jany Lambert Montes de Oca, vicepresidenta del Consejo de Defensa Municipal, desde que se puso en práctica la medida, ha habido comprensión y cooperación por parte de conductores, tanto estatales como particulares.

Yency Escudero Monteliso, uno de los jóvenes que realiza directamente labores de desinfección, coincide en la positiva respuesta de todos los choferes, aunque tiene la impresión de que todavía circulan muchos autos, motos y otros medios, quizás no todos con el mismo grado de necesidad, razón por la cual exhorta seguir a pie de letra las indicaciones de las máximas autoridades sanitarias del país y del Presidente de la República de Cuba.

Tal y como han informado medios de la prensa cubana e internacional, hasta el 12 de abril se reporta presencia de la  pandemia en 182 países y transmisión en 179 de ellos, con un millón 734 mil 913 casos confirmados, cifra que continúa creciendo por día.  





miércoles, abril 08, 2020

 

EL PRECIO DE LA IRRESPONSABILIDAD



          ... PUEDE CONDUCIR  A IMPREDECIBLES CONSECUENCIAS


El asunto ha ocupado reflexivo espacio en miles de hogares avileños y cubanos durante las últimas horas. La irresponsabilidad con que algunas personas siguen desoyendo (entiéndase violando impunemente) las orientaciones de las máximas autoridades sanitarias, políticas y gubernamentales del país, supera lo permisible. El precio de ignorar la gravedad del momento y servirle la mesa al contagio en bandeja de fiesta, puede conducir a consecuencias incalculables, incluso para sus indisciplinados protagonistas.

Lo sucedido en Florencia no es hecho aislado. Bien se conoce de otros lugares donde ha primado el interés (capricho) individual por encima de la prevención y de la seguridad colectivas, para terminar a golpe de festín o de piscinazo, entre familiares y amigos de barrio, como si el nuevo coronavirus fuese una abstracción y no un germen mortal que puede venir acomodadito en la garganta o en las vías respiratorias del mismo sujeto que llega del exterior o de quien ya le ha dado alojamiento en su organismo, aquí, y lo sigue transmitiendo.

Pero si irresponsable es ese que, sordo de cañón y creyéndose por encima de todo y de todos, viola las medidas orientadas por la nación, no menos lo son quienes “le hacen la misma pala” que mañana podrían utilizar para cubrir de tierra sus propios restos.

Muy poco responsables  y demasiado pasivos se tornan los vecinos que ven y no actúan, muchas veces “para evitar problemas”, cuando el verdadero problema no es plantarse en tres y dos frente a quien sea, apelar a la unidad de los vecinos por medio del mismo CDR, bloque de la FMC o grupo de trabajo comunitario que ha demostrado mil veces su capacidad para resolver situaciones emergentes, o simplemente comunicarlo a las autoridades. El fenómeno está en el contagio innecesario, la transmisión...

Por falta de información, de orientación, de persuasión no ocurren indisciplinas así, u otras no menos peligrosas, como la tranquilidad con que todavía hay personas “flotando” como zombis por algunas calles y espacios públicos, e incluso sentados en determinado muro, banco  o acera, tomando el mismísimo ron que muy bien pudieran degustar recogidos y acogidos al sosiego de su hogar.

No ahora —ante la evidente irresponsabilidad que significa ponerse a organizar fiestas que, de hecho, desorganizan todo lo que con tanto sacrificio hace el Estado cubano en contra de la Covid-19—; desde hace varios días prevalece en la noble opinión pública el criterio de que es hora ya de hacer cumplir, mediante las mismas leyes que todos hemos aprobado, lo que el consejo y la persuasión no logran en un pequeño segmento de la sociedad.

No estamos viviendo un momento cualquiera. El contexto es complicado. Está en juego la vida humana, la seguridad de un país como el nuestro, que sigue siendo objeto del más ensañado odio y de acciones cada vez más brutales por parte del gobierno norteamericano, incapaz de controlar la pandemia dentro de su propio territorio, aunque sí muy capaz de seguir poniendo en práctica todo cuanto pueda conducir  a asfixiarnos.


 
Finalmente invito a pensar acerca de algo que no sé si todos habremos meditado en estos días. ¿Sabe usted, con exactitud, cuántos recursos, qué cantidad de dinero está poniendo Cuba a favor de la salud y de la vida de todos y cada uno de nosotros, para librarnos de esa pandemia que ya ha causado casi 70  muertes en el mundo y que puede reservarles idéntico desenlace a más de un millón 300 mil seres humanos, contagiados hasta hoy en el planeta?

E invito a qué tengamos en cuenta otra gran y triste realidad: contrario a los considerables gastos que esta situación le está generando hoy a Cuba, el país está dejando de ingresar los millones que percibía por medio de un turismo totalmente paralizado y de otras actividades económicas que durante años han constituido fuente segura de ingresos para la economía nacional.

Entonces… ¿Será justo que haya quienes se den el lujo, con su irresponsable e inaceptable actitud, de contribuir a que el país incurra en nuevos y mayores gastos (por extensión de contagio) y lo peor aún: a que entre en riesgo la vida de niños, jóvenes, adultos y ancianos tan vulnerables a la mortal enfermedad? No lo creo. Pensemos en eso y, en consecuencia, actuemos.




lunes, abril 06, 2020

 

EL PANEL SOLAR DE EDELBIO



Se llama Edelbio González Echemendía, vive cerca de las estribaciones de la Loma de Cunagua, en los límites municipales de Morón y Bolivia, al norte de la provincia de Ciego de Ávila, y no encuentra palabras con las que agradecer ese panel solar que el país puso ahí, en un extremo del portal de su criolla casa.

Hace tres años y tres meses que, por esa vía, se  hizo la luz dentro de la vivienda.

El valor de ese panel, según él, lo ha podido comprobar aun más durante las últimas semanas, al mantenerse permanentemente informado por medio del televisor que funciona dentro de la vivienda.

Para más información usted puede acceder al trabajo titulado Las chismosas de edelbio colgaron sus guantes, en la revista Bohemia:

http://bohemia.cu/nacionales/2020/04/las-chismosas-de-edelbio-colgaron-sus-guantes/




jueves, abril 02, 2020

 

Contra Covid-19... LA MEJOR MEDICINA

             ...  NO BUSQUE FUERA, LA DIVINA MEDICINA QUE TIENE EN CASA



    


Si el señor Trump se entera, posiblemente quiera comprármela o lo más común en él: arrebatármela. Pero con la mejor medicina que he conocido contra el nuevo coronavirus ocurre como con todo lo auténticamente cubano: no se vende.

  Puedo ofrecérsela a todo el que, a fuerza de buenos sentimientos, quiera tenerla, sin que, desde luego, medie billete o interés material algunos. Así lo aprendí de mis ancestros, de mi Cuba… y punto.

  La fórmula no fue elaborada en laboratorio o instituto especializado. Digamos que es algo así como una alternativa de esa medicina natural y tradicional que, bajo cualquier circunstancia, y sobre todo en momentos como estos, cobra un valor especial.

   Y lo más importante: está ahí, a mano suya, todo el tiempo, durante las 24 horas del día, dentro de su propio hogar.

Basta con que tenga un pequeño hijo, una nietecita u otros descendientes, de esos que en forma de personitas en miniatura devienen bronquios, pulmones, arterias y corazón, indispensables para que usted siga latiendo y respirando… cómo sea.

   Daniela e Isabela son mi medicina táctica y estratégica hoy. Por ellas me lavo bien las manos, sin chistar, tantas veces al día como sea necesario; podría ofrecer una conferencia acerca del uso del nasobuco, dejo camino por vereda cuando veo el menor indicio de aglomeración de personas, mantengo distancia prudencial con respecto a otros ciudadanos, evito tocarme los ojos, la nariz y la boca con las manos sin lavar; no comparto artículos personales con alguien y desinfecto superficies factibles de contacto y de contagio, como mesas, picaportes de puertas, teléfonos, teclados…

  Nada de ello obedece a miedo o a excesiva preocupación por razones de seguridad únicamente individual. Es porque ambas princesas, como mi hijo y como miles, millones de niños, adolescentes y jóvenes más, no tienen culpa de la actual pandemia y sí todo el derecho a vivir lo que hemos vivido sucesivas generaciones de cubanos, agradecidos hasta este minuto.

   Sé que a muchos pueden parecerles un tanto “raras” estas líneas, pero ni el hipoclorito, ni los complejos vitamínicos, ni los jarabes anticatarrales que de forma preventiva compran cientos de personas en las llamadas farmacias de plantas medicinales (todo eso muy bueno, nadie lo niega) y ni el mismísimo interferón —divino a los ojos de un número cada vez mayor de países— creo constituyan el medicamento perfecto, ideal o conclusivo en medio de este momento que atraviesa la humanidad.

  Ese remedio divino es mi familia, son mis seres queridos, vecinos entrañables, compañeros de trabajo. Y si no les pregunto, amigos lectores, si a ustedes les ocurre igual es, simplemente, porque no creo estar descubriendo ni develando “el agua fría”. Lo que se sabe no se pregunta. Convencido estoy de que la mejor fórmula, la dosis exacta está, a modo de prevención, bajo cada cubierta de placa, de teja criolla o de zinc en la ciudad, y debajo del caballete de cada hogar campesino donde nada hay, ni debe haber, más importante que la salud y la vida de todos, desde el bebé que gorjea hasta el abuelo que suspira.






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