CubanitoSoy

 Hace apenas unas horas, vi en órbita imágenes muy desagradables, preñadas de groserías y de obscenidades incluso, donde ciberterroristas de origen cubano incitan a prenderle fuego en Cuba a todo cuanto pueda dañar a nuestro país.

Por cierto, llama la atención cómo tales amenazas e instigación a la violencia tienen lugar de forma pública en redes sociales, mientras autoridades nortemericanas voltean la cara, “como si nada”.

Graznido de cuervos. Mucho ruido a distancia. Tele-ruido. Tele-amenaza. Mucho dinero de por medio. A eso y más me sabe el espectaculito.

De hecho, algunas de las voces incitadoras no se ocultan para decirlo: “Si tenemos que pagarle a cuanta gente quiera cobrar por darle candela a todas las patrullas y a todo cuanto tenga que ver con el Estado, le pagamos”.

He ahí el modo en que esa crápula piensa “resolver” el asunto. Al arrastrarse por dinero piensan que en él está la fórmula mágica para todo.

Otros aclaran: “No hay armas, ahora no hay armas; lo único que hay es fósforo y gasolina”.

Desde su maquiavélica visión, la receta es “quema de carros del estado, romper la ventanilla y tirarle el coctelito para dentro…”  porque “a los comunistas lo que hay es que darles candela, meterles candela…”

Quien juega con fuego puede terminar quemándose -oí decir desde niño.

No pocos, por estúpidos, llevan la huella de las quemaduras o no sobrevivieron a su absurda y muchas veces pagada prepotencia.

Más allá de la guapería barata (dicho en buen cubano) o de la intención real que puedan entrañar tales amenazas, en lo personal me queda una certeza, válida para todo tiempo y circunstancias, incluso las de contexto más tranquilo: no podemos confiarnos ni descuidar la vigilancia revolucionaria.

Estén asociados directamente o no a intenciones así, preconcebidos, financiados, planificados… los últimos acontecimientos (Hotel Saratoga, Base de supertanqueros, depósito de tabaco en Pinar del Río…) nos han dejado no solo elevados perjuicios materiales y pérdida de vidas humanas, sino también enseñanzas.

Sobrada experiencia tenemos a escala de barrio, de comunidad, en el ámbito institucional y social para detectar a tiempo cualquier intento del enemigo interno por alterar la tranquilidad ciudadana, causar estragos a la economía, subvertir y tratar de crear un ambiente de inseguridad.

¿A quién le corresponde estar atento? Si las cosas no han cambiado, si no hemos perdido la esencia, si el punto de vista del Che mantiene total vigencia (al enemigo ni un tantito así) y si Fidel sigue vivo, como en efecto está, entonces resulta obvio que a todos y cada uno de los cubanos dignos nos toca estar alertas, vigilantes, combativos y aptos para partirle la siquitrilla a quien aliente o ejerza violencia y terror contra un pueblo como este, amante de la paz y defensor de sus conquistas.

Así, sencillito y real.