sábado, julio 31, 2021

 

SOLIDARIDAD A PEPE

 


Tengo en Sancti-Spíritus un viejo amigo de infancia, de adolescencia, juventud y adultez, camino ya a las edades tercera, cuarta y cuántas más sean aprobadas para la existencia humana. Su nombre es José, pero como ocurre con casi todos los tipos inscritos así, desde pequeño, familiares y amigos le llamamos simple y entrañablemente Pepe.

   En él, en esas cuatro letras (en verdad solo dos pero repetidas) pienso a medida que a nuestros puertos y aeropuertos arriban nuevos cargamentos de arroz, granos, aceite, pastas, jeringuillas y otros productos alimenticios y médicos, donados por gobiernos de diversos países, empresas, agencias, organismos, organizaciones internacionales, grupos de solidaridad e incluso cubanos residentes en el exterior.


   ¿Y qué tiene que ver Pepe con todo eso? –se estará preguntando usted mientras rema a punta de ojo por el cauce de estos párrafos.

   Mucho. Sin ser funcionario del Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, ni empresario, activista, promotor solidario… nada de eso, Pepe sí tiene mucho que ver con la creciente operación –vamos a llamarla así- que desde diferentes partes del planeta tiene lugar en estos momentos para ayudar a que Cuba supere la tensa situación que atraviesa frente a la pandemia y al…  bueno, aunque parezca reiterativo no puedo obviarlo: también frente a ese bruto y brutal bloqueo que Estados Unidos se empeña en intensificar.

   Y justamente ahí es donde ha entrado en acción Pepe, desde una buena parte de la parte buena del mundo.

   Dicho en nuestros criollos términos: desafiando las sanciones, presiones, amenazas y otras arbitrariedades extraterritoriales dictadas por el sangriento dedo índice de la Casa Blanca, manos amigas han decidido hacerle llegar a Cuba solidaria ayuda…  “a pepe”.

   Para un buen entendedor, con esas cinco letras basta.

   A pepe -como país soberano que considera a su México-  el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció el envío de alimentos,  combustible, jeringuillas, balones de oxígeno y mascarillas, con la noble intención de ayudar al pueblo cubano. Por cierto, parte de esa carga arribó ya al puerto de La Habana, a bordo de un buque llamado nada más y nada menos que Libertador, perteneciente a la armada de esa hermana nación.

   Con igual audacia lo han hecho países como Rusia (con 88 toneladas de alimentos, equipos de protección individual y más de un millón de mascarillas),  Viet Nam (12 000 toneladas de arroz) y otros con aportes no menos sensibles y oportunos, como los que han preparado China, Bolivia, Nicaragua, Venezuela, Perú, Sudáfrica, India, Italia, España, Bélgica, Emiratos Árabes, Reino Unido, Bélgica, Belice, Qatar, India… 

   

 Lo que a esta hora se debe estar preguntando nuestro amigo Pepe es si, conforme a la arrogancia y a la prepotencia made in USA, la administración Biden les irá a dar “pau pau” a todos los gobiernos, mandatarios, personalidades, organismos, grupos, etc, que desde distintos y distantes partes del mundo violan los designios del todopoderoso y todo-engreído imperio.

   Yo lo dudo. Biden y quienes le rodean saben muy bien en qué palo rascarse. Quizás -desde que bañado en simuladas promesas con respecto a Cuba, cada vez más secas- asumió el poder,  esta sea la primera vez que, con tal envergadura, voces y manos deciden ponerle “a pepe” lo que en tal crucial momento necesita y agradece toda Cuba… a contrapelo del bloqueo y sus carriles.

   Pero si aun así, el hasta ahora muy buen simulador inquilino de la Casa Blanca no supiera qué significan en buen cubano esas cinco letras fundidas en dos palabras, entonces que alguien le sugiera, por favor, echarle mano a publicaciones, discursos, memorandos y otros documentos asociados a la excepcional capacidad de dirección de Fidel, sobre todo en los momentos más difíciles, y entenderá clarito, clarito, dónde radica el “orgánico secreto” para que un país pequeño, amenazado, agredido, condenado, injuriado, y  bloqueado no se haya arrodillado, rendido ni dejado aplastar jamás, por el imperio más poderoso del planeta.

 


   Nada, que desde José Martí hasta el día de hoy en Cuba ha habido, hay y habrá mucho Pepe… incluido, desde luego, mi caro amigo y hermano, de apellido López y Hartasánchez, a cuyo núcleo familiar también llegará -convertida en módulo alimenticio, en mascarilla protectora, en atención médica o en ese “soberano y abdálico” pinchazo- la corajuda manera en que se expresa la solidaridad humana cuando el mundo decide devolver, en frutos, las semillas que un día recibió.

 


 

 

 


domingo, julio 18, 2021

 

NIÑOS: EL TESORO MÁS GRANDE DEL UNIVERSO

 


 

Así es.

Con el perdón de banqueros, economistas, arqueólogos, investigadores, millonarios, oligarcas, empresas, consorcios...

NO HAY MAYOR TESORO EN EL MUNDO QUE LOS NIÑOS.


 

Lástima que tantos gobiernos olviden esa gran verdad o que, al menos, no obren en correpondencia con los derechos internacionalmente aprobados para la infancia.

Hoy, como cada tercer domingo de julio, mi Cuba celebra el Día de los Niños.


 

No será como en ocasiones anteriores.

El SARS-CoV-2 obliga a un distanciamiento que impide colmar plazas, parques y demás espacios recreativos con cientos y miles de niñas y niños, correteando, cantando, jugando, derramando felicidad, gozo y placer en verdadero torrente.

Pero esta situación no será eterna. La superaremos.

 


Tampoco pasará por alto este día. Seguro estoy de que en cada hogar algo sacarán de la manga de su camisa mamá y papá, hermano mayor o abuelo, para sorpender a esos príncipes y princesas en miniatura que merecen toda la salud y todo el amor del Universo.


 

 

 

 

 

 


sábado, julio 17, 2021

 

NO SIRVEN PARA NADA


Ante la convocatoria del mismo sujeto que los ignorará completamente mañana, cuando ya no hagan falta para nada, salieron “pacíficamente” a lanzar piedras, botellas encendidas y otros objetos contra instalaciones, a agredir a las autoridades encargadas de asegurar el orden y la tranquilidad, a ofender el honor de los héroes y de la Patria, a destruir vidrieras, a saquear tiendas, a anunciar muertes y linchamientos.

   Todo el mundo sabe de qué hablo y a quiénes me refiero. Imágenes captadas y transmitidas por ellos mismos, los autores (algunas con pésimos y muy torpes montajes) o tomadas por lentes que salieron a enfrentar con verdades la mentira, permiten apreciar la calidad del “material humano” convocado desde el exterior y movilizado por el enemigo imperial y por la mafia anticubana radicada sobre todo en Miami… para acabar con Cuba.

   Nadie pierda su precioso tiempo indagando si en la violenta turba había estudiantes de medicina, pedagogía, agronomía, deportistas, alumnos de la enseñanza artística, operadores de combinadas cañeras, campesinos, soldados del servicio militar, rastreros, zapateros remendones, limpiabotas, obreros de los servicios comunales, ganaderos, jubilados…

   La comparecencia televisiva de especialistas que intervienen en la investigación de los hechos confirma lo que toda persona cuerda, honesta y revolucionaria sospechaba desde el principio: en su casi totalidad se trata de individuos sin vínculo laboral o actividad socialmente útil. Y, como era de esperar, también, suelen acumular una rica trayectoria de antecedentes que dan algo más que pena (penales).

   Buena selección, no hay duda, la que están haciendo los cerebros ¿pensantes? y las “manos pagantes” desde el exterior. Ellos sabrán.

   De la ignorancia que los corroe -sigo refiriéndome a los revoltosos- no hace falta hablar. Su propia actitud no solo destila infamia, bajeza y salvajismo sino también una desinformación sin límite en torno a la verdad racional y una saturación extrema en cerebro de la “infopagada mentira”.

   Dicho en otros términos: cero argumento, ningún razonamiento lógico, ni rastro de sensatez y sí mucha bestialidad, comportamiento irracional, agresividad, instinto brutal, violencia incontenible.

   Puedo imaginar sus respuestas si les preguntáramos con qué objetivo protagonizaron tales actos o qué les falta en esta sociedad, qué esperan (en el hipotético, improbable y holocaustico caso) de un gobierno puesto o impuesto por Estados Unidos; eso es: qué les esperaría a ellos mismos.

   Usted, que lee, no tenga ni la menor duda: es tal la incapacidad y la ceguera de ese segmento, que ni idea tienen de lo que les aguardaría.

   ¿Un oficio digno? ¿Un empleo sano? ¿Estudio y superación después de haber desperdiciado las mil y más posibilidades que les ha dado la educación en este país?

   Muy buenos para lo malo, su futuro lindaría entre las bandas delictivas, la violencia sin escrúpulo, la droga, la cárcel y la muerte.

   Tal es la miopía política (con 20 X 20 de visión para el billete fácil, eso sí) que ni siquiera se percatan de algo que mortifica a la inmensa mayoría de la sociedad: Cuba es el único lugar del mundo donde lacras así pueden vivir sin trabajar, sin disparar un chícharo y, sin embargo, disfrutar hasta gratuitamente los mismos derechos y beneficios que tienen quienes sí se consagran al trabajo creador.

   Ahhh, pero no están conformes con lo que inmerecidamente tienen, con lo que en equidad el Estado cubano reparte, con esa seguridad y esa tranquilidad solo mancillada por elementos de su propia calaña; tranquilidad que paradójicamente les falta a muchos de los que tienen sustanciosas cuentas bancarias en verdes billetes, bienes y propiedades en otras partes del mundo.

   La oportunidad de estudiar, de formarse, de ser buenos y de hacer bien, la tuvieron TODOS desde que bajaron por sí mismos de la cuna.

   Atrás dejaron la niñez, la adolescencia y en algunos casos hasta la primera juventud. A esta altura de la vida se sabe bien lo que es bueno y lo que no. Duro, muy duro debe resultar lo sucedido para padres que no hicieron en su momento lo que le corresponde a todo el que quiere para su hijo o hija lo mejor. Triste para vecinos e instituciones sociales que pudimos haber hecho más para evitar tan peligrosas torceduras.

   Otra vez la mano de ese imperio mil veces vil utiliza convenientemente a los flojos que se creen duros, les rocía migajas y promesas, los mueve como marionetas, los bestializa, los estafa, los embauca y, al final -ellos mismos se percatarán- los dejará solos, porque los yanquis no son tontos… saben que ese tipo de elemento antisocial, inepto, violento y peligroso no sirve para nada. Ni aquí, ni allá.

 

 


miércoles, julio 14, 2021

 

BUITRES Y PAPAGAYOS SOBRE LA MISMA RED

 

 


Aunque no hay que ser experto para saberlo, analistas internacionales han demostrado que los disturbios de las últimas horas en varias ciudades cubanas son parte de una gran operación, meticulosamente preparada desde el exterior, como expresión de la guerra abierta que mantiene el gobierno de Estados Unidos, en contubernio con la extrema derecha anticubana radicada allí, para desestabilizar y derrotar a la Revolución surgida en 1959.

Al brutal bloqueo económico, comercial y financiero, agravado a lo largo de seis décadas, con presiones y sanciones extraterritoriales de todo tipo para quienes le faciliten un grano de arroz a Cuba o reciban de ella la cabeza de un alfiler, las administraciones norteamericanas siguen sumado crecientes fondos para promover la subversión interna en la Mayor de las Antillas, en un contexto que emplea cada vez más las redes y plataformas digitales para crear confusión, desaliento, desorden y caos entre la población cubana.

De métodos medianamente solapados, el pasado siglo, la política del imperio ha pasado a formas de injerencia y  agresiones directas, públicas, a la vista de una comunidad internacional cuya opinión y aplastante rechazo parecen no contar en organismos como la Organización de  Naciones Unidas, cuya cadena de condenas al mencionado bloqueo muy bien pudiera inscribirse entre los más célebres records Guinness del Universo.

 

Golpes blandos que fracturan vértebras y médula espinal de gobiernos con orientación no grata a la mirada del todopoderoso y arrogante imperio, revolución de colores (estrategia silenciosa para derrocar gobiernos), intervención humanitaria (pantalla para ocupar militarmente y usar la fuerza)… son la envoltura terminológica con que ya ni se toman el trabajo de ocultar lo que en verdad y sin escrúpulo esgrimen: el garrote.

Estados Unidos sencillamente quiere al mundo (y entiéndase bien: a todo el mundo) a sus pies, como esclavos, como siervos, sin chistar, con el grillete en el tobillo y en el cerebro, mientras introducen por la boca, los ojos y los oídos de zonzos, idiotas y sumisos tajadas de ficción con brochazos de incierta democracia.

Lamentablemente, lo que para la mayoría del pueblo cubano y para millones de personas en otras naciones resulta más claro que el agua, es revuelto por la cuchara de los pusilánimes que, aun ni creyendo hacia dentro lo que sus ojos ven, se empeñan en hacer creer, hacia fuera, lo que desde el exterior les dictan para que repitan como papagayos.

De ahí viene esa turba, predominante jóvenes sin vínculo laboral, ricos en antecedentes penales y con pésima conducta, que a cambio de dinero (¡Qué vergüenza, cuánta putrefacción humana!) salen a vociferar groserías, a lanzar piedras, a agredir a agentes del Orden Interior (o sea: a agentes del pueblo), decididos a saquear salvajemente, a matar si es preciso y sobre todo a destruir la misma Revolución que les ha garantizado todos los derechos desde que sus madres los trajeron a este mundo, incluida la inaudita posibilidad de vivir sin trabajar y hasta en mejores condiciones que quienes sudan la gota gorda laborando cada día.

Esos –con la mezcla de indignación y lástima que puedan generar los en verdad confundidos- son el paradigma de ciudadano que anilla en el dedo imperial: nada que ver, desde luego, con aquel modelo de hombre nuevo que nos sigue recomendando el Che.

Para lacras sociales está diseñado el futuro que la extrema derecha anticubana de Miami y la Casa Blanca quieren pintarnos y regalarnos envuelto en servilletas de color gris.

Lo que ocurrió el pasado domingo es la “tranquilidad ciudadana” que para Cuba entera reservan quienes nos odian a muerte. Eso es lo que nos espera en caso de arrodillarnos. Solo que esto último -y allá en el norte lo saben muy bien- nunca va a suceder.


    


jueves, julio 08, 2021

 

LA CRÓNICA QUE LE DEBO A ADOLFO ALFONSO

 

Hoy Adolfo Alfonso Fernández, uno de los más grandes repentistas cubanos (el preferido por mí) está cumpliendo 97 años.

   Lo digo así, en presente, porque demostrado está que los hombres grandes, sea cual sea “su mundo”, el campo de su actividad, pesan y llegan a ocupar tanto espacio –humano sobre todo- que la muerte no puede cargar en realidad con ellos.

   Medios de prensa, sin embargo, dieron por fallecida la parte material de su cuerpo hace poco más de un lustro, el 23 de enero de 2012, víctima de una afección cardiorrespiratoria.

   A quienes él nos sentaba desde niños –y no precisamente de penitencia, sino a gozar de lo lindo- en una silla frente al televisor, cada domingo, entre criollas palmas y cañas, nos parece seguir viéndolo ahí, con su impecable guayaberita blanca, la picardía explotándole en pleno rostro, aprehendiendo cada palabra de Justo Vega, su entrañable amigo (padre, como afirmó más de una vez) para arremeter jocosamente contra él, sacarlo completamente de paso y provocar una verdadera reacción en cadena de carcajadas, sin distinción de edad, sexo, origen o creencias… en todo el archipiélago.

   Por eso nunca me perdoné aquel olvido absurdo, involuntario, inaudito e inexplicable cuando, en el contexto de una Jornada Cucalambeana, hace algunos años, me faltó un nombre –el suyo- entre los que, al azar, llevé a uno de los párrafos con que comenté detalles de esa suprema fiesta de la cultura campesina en Cuba.

   Por entonces yo escribía para el periódico Granma. Recuerdo que, tras leer mi comentario, un familiar de Adolfo, creo que una nieta o algo así, comunicó con la página cultural del diario, no para protestar, no para exigir el sí merecido espacio de ese hombre en cualquier y toda tribuna pública, sino para expresar, del modo más humilde y respetuoso, que le hubiera gustado verlo también mencionado allí.

   El tiempo no me ha borrado ni un átomo de dolor. Si Justo Vega fue un padre para Adolfo, este último fue y sigue siendo el tío jodedor, querido y adorado que no me dio mi abuela, pero sí la televisión, la décima y la vida.

 

   Me quedé, pues, debiéndole a Adolfo Alfonso la crónica con que siempre voy a estar insatisfecho. La crónica que lo ponga a correr, acaso descalzo, como suelen hacer todos los “chiquillos obedientes”, por Melena del Sur y Güines, a arrancar aplausos con apenas 14 años a golpe de puro tango argentino, a  estremecerse de pies a cabeza oyendo por vez primera aquella controversial controversia que marcó para siempre el rumbo de su vida, entre dos “monstruos” de la décima cubana: Angelito Valiente y Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí…

   Insatisfecho porque… de qué callada manera podría adentrarme, sonriendo o no, en quienes ahora leen estas líneas, para llevarles el latido de aquel espacio conocido como El Guateque de Apolonio, donde el propio Naborí y Adolfo, encarnando a los personajes de Liborito y Manengue, respectivamente, les dieron tanto y tan justo “cuero” a los desmanes de la dictadura batistiana, que un “buen” día, entre ladridos y cara de perros, los esbirros acabaron ocupando la emisora.

   La crónica que –sin teque- siempre le deberé a nuestro Adolfo, es la que llevan dentro y desearían escribir los guajiros cubanos, la de quienes pueblan las ciudades, la de absolutamente todos los habitantes del país, la que pugna por subir la cuesta de ese Premio Nacional de Música 2004, tan alto, que no cualquiera alcanza; es la crónica de Félix Varela convertida en Orden de Primer Grado a ras de pecho en Adolfo, o esa Distinción por la Cultura Nacional que con la más proverbial modestia aceptó recibir también, entre tantos otros reconocimientos.

   La pendiente e interminable crónica se filtra por el anillo de compromiso que, en perpetuo matrimonio, él puso un día en el dedo de la décima cubana… ¡Y ay de quien mienta diciendo que una (porque no hubo ni una) vez le haya sido infiel!

   Virtuosos del género no nos han faltado. Dicha inmensa la de nosotros los cubanos. Más rápidos que Adolfo, puede haberlos. Más coherentes, no sé. Más ocurrentes, humm. Con más, más criollo, más cubanísimo humor… lo dudo. Más respetuosos aun en medio de la más cómica “trifulca”, no lo creo.

   Que tuvo la suerte de coexistir, co-aprender y co-generar con hombres de la talla de Jesús Orta Ruiz o de Justo Vega, sí. Del primero dijo: “El Indio es el padre de la décima en Cuba. No hay un poeta en la Isla que no haya aprendido algo de Jesús Orta Ruiz. Él ha marcado una pauta eterna en lo que es el desarrollo de la décima. Es el símbolo más alto de nuestra décima”.

   Lo que para Adolfo significó Justo Vega (padre, hermano, hijo, familia…) puede resumirse en lo que dejó para orgullo de La Jiribilla, años después de haber fallecido su inseparable compañero de abrazo y controversia: “Ni he encontrado, ni tampoco he intentado buscar otra pareja. No la he buscado porque Justo llenó mucho mi vida”.

   Como sé que no todo el mundo tuvo el privilegio –en particular los más jóvenes- de disfrutar el néctar sublime de aquellas improvisaciones, traigo segmentos de la simpática “entroncada” que cierta vez se dieron Adolfo y Justo, antes de terminar, como siempre, “entroncados” en el abrazo que los mantiene unidos, allá, en el olimpo de la cultura campesina cubana:


JUSTO: Porque a ti te sobra cara / pero te falta cerebro.

ADOLFO: Y a ti qué te falta abuelo...

JUSTO: A mí no me falta nada.

ADOLFO: Te falta la carcajada.

JUSTO: Y a ti te falta hasta el pelo.

ADOLFO: Yo soy todo un caramelo.

JUSTO: Tú eres un payaso ruin.

ADOLFO: Tú eres más flaco que un güin.

JUSTO: Tú eres más feo que un sapo.

ADOLFO: Tú vales menos que un trapo.

JUSTO: Y tú eres un adoquín.

ADOLFO: Tú eres cerebro de iguana.

JUSTO: Tú eres seso de mosquito.

ADOLFO: Tú eres el ratón Mikito.

JUSTO: Y tú eres la mona Juana.

ADOLFO: Tú eres una palangana.

JUSTO: Y tú eres un garrafón.

ADOLFO: Tú eres como el camaleón / que se enreda en el bejuco.

JUSTO: Y tú eres un seboruco / en medio del callejón.

   La crónica de Adolfo tal vez comience y termine por los diez octosilábicos versos que de su inspiración y puño nos dejó al expresar: La décima siempre ha sido / latir de mi corazón / casi la resurrección / para mi pecho dormido / es mi profundo latido / como lo es en Naborí. / La décima para mí / haciendo una breve suma / es como lo fue la pluma / para el Apóstol Martí.

 

 

 


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