martes, junio 30, 2015

 

SOSIEGO NUESTRO


Siempre lo he dicho: una de las cosas más bellas y estimulantes que tiene mi país es el sosiego, la tranquilidad que se respira, desde el punto más céntrico de las ciudades hasta los más recónditos parajes de la geografía rural.


No creo exagerar ni ser único en torno a ese criterio.

Amigos, de esos que no mienten, han coincidido más de una vez en tal apreciación.

Pude comprobar tal realidad desde niño en los campos avileños, luego en el apacible y siempre hospitalario entorno espirituano, más tarde en la siempre activa capital (La Habana, años 80), luego en la cálida urbe santiaguera, a continuación en Holguín y finalmente en suelo tunero: a lo largo de un cuarto de siglo, hasta ahora, que he torcido mis propias ramas para tocarme otra vez raíces aquí, en Ciego de Ávila.

Y es eso: sosiego, lo que sigo respirando por intermedio de quienes concurren en la tarde a infinidad de áreas -deportivas o no- para hacer deporte o disfrutar la recreación sana. Es tranquilidad y sosiego lo que me transmite ese círculo de abuelos articulando algo más que alivio y salud para sus articulaciones, o el trompetista que se planta en los frescos bancos situados frente a la Televisión Avileña, para descargar y descargarse a su libre antojo entre acordes que se pierden en la lejanía del silencio buscando acaso el aplauso de la ciudad en calma...

Tuve el privilegio de estar, más de una vez, fuera de mi Cuba y créanme que no en todas partes uno "choca" con tan apacible entorno. Créanme que no en todas las latitudes una niña corre feliz y despreocupadamente, en vuelo de mariposa, por un parque, sin el riesgo de los riesgos que amenazan y atenazan cada vez más a la infancia en este mundo.

Eso también es sosiego, seguridad, tranquilidad. 

Ese es también -y sobre todo- un pedacito de las ciudades y del país donde he vivido desde siempre hasta hoy.

miércoles, junio 17, 2015

 

EL OLIMPO DE ZEUS

Apuntes para escalar, desde el fondo de una jovencita, la cima de millones de personas que entregan y reciben de su mascota la más humana sensibilidad 

El deseo de fundirse en un interminable abrazo con Nancy, su mamá, rayaba en desesperación a medida que el ómnibus se aproximaba a Las Tunas, procedente de la capital cubana. Atrás había quedado el primer año de entrega y aprendizaje, de aportes y vivencias, entre ese sufrido pueblo que venera y sigue a Evo, allá en el multinacional, multi-digno y multi-hermoso estado de Bolivia.

Jamás se habían separado tanto tiempo madre e hija. Y eso se siente. Otro afectivo sentimiento, sin embargo, reforzaba la añoranza de estar otra vez en casa. Zeus, su eterno Zeus, la llamaba a gritos desde el olimpo (edén, paraíso, altar) que a fuerza de una ternura e inteligencia casi humanas se había ganado él entre familiares y vecinos.

Por eso, a diferencia de quienes corren a desempacar maletas para mostrar y obsequiar presentes materiales, apenas Nancyta y mamá Nancy se desprendieron de aquel abrazo sin fin, la muchacha corrió a buscar el tesoro que había traído consigo: una hermosa ampliación, a modo de afiche o de pendón, con la imagen de Zeus, para colgarla en el espacio más estelar de la sala.

DIOS Y DUEÑO DE LA CASA
 
“Desde que lo vi, pequeño como un juguete, allá en Puerto Padre, en el año 2007, él se convirtió en eso: mi Zeus, mi Dios. Habían nacido varios hermanitos, pero fue él quien vino corriendo enseguida hacia donde yo estaba, quien sabe si suplicándome que lo llevara conmigo. Y lo hice. Recuerdo que ni protestó. Han pasado ocho años y todavía me sorprende el modo en que durmió esa primera noche en mi casa, sin extrañar, sin gemir… como si realmente hubiera nacido allí, como si fuera el dueño de la casa. Y es que, en verdad, lo fue desde aquel mismo primer día.”

“Juguetón a más no poder, pero muy obediente y disciplinado. Nunca vi un animalito más fiel, tierno y cariñoso. Frente a nuestra casa vive Kamila: una niña que siempre pareció un granito de maíz. Ella y Zeus llegaron a ser grandes amigos. Recuerdo que ella venía a jugar con él, le metía el diminuto pie dentro de la boca y él se mantenía así hasta que ella volviera a sacarlo.

¿Otra característica de él? Su envidiable apetito. Por cierto, más de una vez excedió límites. A menudo acude a mi memoria el día en que, por goloso, en un descuido nuestro engulló una cebolla picante, enterita. En otra ocasión dio cuenta de casi cuatro libras de queso que habíamos molido para preparar una receta familiar. Por poco muere a causa de la indigestión, estuvo muy mal durante semanas, ni agua podía tomar prácticamente. El médico pensó que se trataba de una obstrucción intestinal. Agotadas otras alternativas, hubo que operarlo. Podrás imaginar que, como consecuencia del mal rato, terminó haciéndole una intolerancia total al queso.”

FEROZ COMO UN BEBITO

Imposible pasar por la acera y no sorprenderse con la recia “personalidad” de un ejemplar así, dotado de impresionante pecho, potentes patas, robusto cuello, rápidos movimientos, mirada penetrante, inmensa lengua y afilados colmillos.


Tal impresión siempre vino muy bien, sobre todo para aconsejar a maleantes y ladronzuelos de pacotilla. “Pero en el fondo Zeus no dejó de ser, jamás, un bebito, incapaz de agredir o de hacerle daño a alguien, sin razón alguna.

“La vida me lo arrancó cuando apenas había vivido siete años. No me gusta hablar de eso. Jamás olvidaré esa etapa final, la tristeza de su mirada. Yo le palpaba algo duro cercano al estómago. Hubo que volver a operarlo. Tenía un testículo sobrecrecido hacia dentro. Al extirpárselo medía una libra y media. Nunca se recuperó totalmente. El barrio entero estaba pendiente de él. No solo era la mascota de todos; fue un verdadero personaje, un embajador de la alegría.

“Cuando partí hacia Bolivia se me pudo haber quedado determinada ropa, un creyón labial, incluso algún documento… pero sus fotos no. Imposible cargar con él en carne, huesos y ocurrencias. Pero con su recuerdo y con su imagen, sí. Eso se lo agradeceré siempre al lente de mi suegro: en verdad mi otro y eterno padre.

“Un día decidí hacerle una ampliación fotográfica. Él merece esa deferencia y mucho más. Quienes tenemos mascotas sabemos cuán fuerte es la relación de cariño que llega a establecerse entre ambas partes. Los animales necesitan recibir y también entregar amor. No es otra cosa, nadie se engañe: es eso, es amor. Zeus adivinaba mi estado de ánimo. Si me veía triste, deprimida o preocupaba venía en silencio hasta mi lado, se echaba al piso, junto a mí, ponía una pata suya encima de mi mano y permanecía así largo rato.

“Jamás podré entender cómo hay personas que rechazan o maltratan a las mascotas y a los animales en general. Una mascota puede convertirse en fuente de motivación, de aliento y hasta en razón de ser para millones de personas. Por eso tengo ahora a Hera, hermana de Zeus. Y por eso él sigue aquí, dentro mi pecho y fuera de él: en ese olimpo erigido a su eterna presencia en el espacio más calido de las paredes de mi hogar.”


sábado, junio 13, 2015

 

A RITMO DE VERANO



Desde hace semanas el inminente verano ha puesto a correr a más de una entidad en sectores que tienen que ver con el alojamiento, la recreación, el turismo, la gastronomía…


Ojalá todas y en todas partes “corran”.

No debe ser una carrera de última hora, sino la carrera prudente, necesaria, oportuna, bien concebida… para poner todo “a punto de caramelo” y ofrecerle más y mejor trato a la población.

Atrás quedaron aquellos idílicos tiempos en que miles de trabajadores pasaban con sus familias, durante julio, agosto (y todo el año) por las más cómodas y confortables instalaciones de turismo y de recreación en el país, como resultado de una muy merecida estimulación por parte del movimiento obrero, a cuenta de resultados concretos en el desempeño laboral.

Hoy las posibilidades y alternativas son otras. Dependen más de la solvencia económica de cada quien y de las capacidades instaladas en cada lugar.

Sería ideal que en todos los municipios hubiese instalaciones como la que con el nombre de Dos Palmas les da atractiva bienvenida a quienes llegan a Primero de Enero, otrora Violeta, en la provincia de Ciego de Ávila.

Confortable a todo lo largo del calendario, ese motel es blanco del gusto y de la preferencia de miles de personas, no solo de la localidad o del territorio, sino incluso de otras zonas del Archipiélago.

Sus trabajadores lo saben y eso los anima. No por casualidad son ellos mismos quienes asumen con tremendo ímpetu trabajos de mantenimiento y reparación. 

Estos días son cruciales en tal empeño. Baños, habitaciones, áreas verdes, piscina, bar, restaurantes… cambian por minuto. Julio está ahí mismo, a la vuelta de la esquina, y no debe sorprender al motel con asuntos pendientes.

Por ello Lázaro Socorro Alonso –administrador- y sus trabajadores mantienen una permanente e incansable actividad. No los pone a correr el atraso o la dejadez. Los hace correr la motivación y la certeza de que pueden dejar mucho mejor esa villa y ofrecer un servicio de mayor calidad.



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