domingo, noviembre 29, 2020

 

FIDEL, EL PUEBLO Y SAN ISIDRO


  Aunque preparado para que su rostro no devele la más mínima expresión de asombro o de alteración ante determinada circunstancia, cuando la cámara se posa otra vez en Humberto López está indudable su expresión de asombro. Y no puede evitar decir lo mismo que pensamos millones de televidentes: pareciera que Fidel está mirando lo que ocurre en torno al llamado movimiento San Isidro.

 

   Plantados frente a la pequeña pantalla, mi esposa y yo hemos quedado sin palabras. El fragmento presentado en la Revista Buenos Días, de la Televisión Cubana -acerca de la posición que siempre distinguirá a Cuba frente a quienes, alentados y pagados por el imperialismo norteamericano, se prestan para provocar, subvertir el orden, dividir, denigrar a las autoridades y atentar contra la Revolución- nos deja la inequívoca sensación de que el Comandante en Jefe ha salido un instante de su serrana y rebelde piedra, allá en Santiago, para decirle a toda Cuba: he aquí lo que debemos hacer.

   Y es que fue tan claro –como siempre. Nada de tolerancia ni de blandenguería con quienes traicionan al pueblo. Serenidad y justeza por nuestra parte. Concesión de principios, ninguna. Receta: sencillamente lo que establecen nuestras leyes, aprobadas y respaldadas, además, por la inmensa mayoría de la población.

   Los nucleados en calle Damas No. 955, San Isidro, Habana Vieja, son tan brutos, torpes y anormales que, a la par de toda la inmundicia puesta en órbita desde su cavernícola gruta le han proporcionado al mundo la evidencia palpable e incuestionable de un show, dirigido por la varita del gobierno de los Estados Unidos, con clarísimos acordes de provocación y de injerencia en los asuntos internos de un Estado como el nuestro, al que por lo visto no acaban de conocer, desde que Martí le radiografió las entrañas al monstruo imperial y Maceo plantó lo que nunca le ha faltado a este archipiélago.


   Señores, hay que ser estúpido para declararse en huelga de hambre y poner a vista de todos los confines del globo terráqueo refrigeradores atestados de alimentos, en medio de bailables, gozaderas, groseros gestos y otros “contenidos” que no pudieron se contenidos por la desfachatez, la arrogancia y el irrespeto con que suelen actuar ese tipo de personas.

   Pero hay que ser, además “…” (ponga usted mismo o misma el calificativo) para, conociendo bien lo que es “caquita” (malo al decir de los niños) y lo que no, salir de una sede diplomática, contactar varias veces con los provocadores, transportar incluso a algunos de ellos, ofrecer apoyo incondicional aun sabiendo que se trata de una vulgar incitación política, violando por demás las normas sanitarias de protección contra la pandemia de COVID-19 y consciente de que todo ello deviene “intromisión flagrante y desafiante en los asuntos políticos internos de Cuba y violaciones incontestables de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas”.

   Pues sí… eso –y quién sabe si más- hizo el Encargado de Negocios de Estados Unidos Timothy Zúñiga-Brown, simple y llanamente porque sí, como diría un muchacho malcriado e irreverente, educado, sin duda, bajo las doctrinas de un padre como Donald Trump o bañado en los cada vez más turbios cauces por donde hace aguas el republicanismo norteamericano, no sé si en verdad mucho más contaminadas y contaminantes que las del democratismo.

   Como todo espectáculo made in USA, con un guion preconcebido, montado y seguido a pie de nota en pentagrama, no podía faltar la melodía de sujetos como el ciudadano cubano con residencia mexicana, Carlos Manuel Álvarez Rodríguez, quien declaró una dirección de alojamiento y, violando el protocolo establecido por la Salud cubana para viajeros procedentes del exterior, corrió a reunirse con los “huelguistas” del, a mi modo de ver, estático Movimiento San Isidro.

   Así de sencillo, así de impune, como si cualquiera pudiese venir a Cuba, entrar, violar de manera flagrante sus leyes, mofarse del pueblo.

   Y entonces individuos como Mike Pompeo, secretario de Estado norteamericano; Michael Kozak, subsecretario interino de la Oficina de asuntos del hemisferio occidental del Departamento de Estado y Mara Tekach, coordinadora de la Oficina de asuntos cubanos del Departamento de Estado, tienen la desfachatez de graznar ante el mundo para pedir que Cuba cumpla con los mismos derechos humanos que la administración Trump ha mancillado mediante la aplicación de unas 227 medidas coercitivas, llamadas a apretar más la cuerda con que en materia de bloqueo el imperio pretenden hacer rendir a Cuba. 

  No sé a usted que lee; a mí me causa risa y asco a la vez.

 DENIS, RAPADO POR SU MALA CABEZA

   Todo el show se ha montado en presiones (oigan eso: presiones con nosotros) para que sea liberado un sujeto llamado Denis Solís González, a quien intentan ponerle una aureola encima de su mala cabeza y presentarlo como “un músico injustamente encarcelado”, cuando todo el mundo sabe que se trata de un individuo sancionado a ocho meses de privación de libertad, que reconoció –incluso- tener vínculos con personas que han financiado actos violentos, de te-rro-ris-mo, contra Cuba.

   No lo digo yo, nadie lo inventó; el propio Denis lo reconoció, a modo de vómito,  al hablar de sus nexos con Jorge Luis Fernández Figueras, acusado por la justicia cubana por pertenecer a un grupo terrorista radicado en Miami, a cuyos pies, dicho sea de paso, se arrastraría Solís por… da nauseas escribirlo, pero así es: por 200 dólares que desde allá le enviaría aquel en caso de cumplir acá las instrucciones.

   Fíjense si los Pompeo y su camarilla de asalariados sin bandera tienen mala puntería (recordemos los cabezazos que se autopropinaba José Daniel Ferrer contra la mesa, sin saber que era filmado, para culpar de paliza a las autoridades cubanas) que la Agencia Cubana de Rap, institución cultural de reconocimiento internacional, se ha encargado de ofrecer la verdadera capacidad y la calaña de Solís González al hacer constar:

   “La voz de un principiante sin obra consolidada no puede invocarse como representativa de nuestro hip hop, mucho menos cuando se conoce que los intereses que defiende hacen parte del plan subversivo orquestado contra la Revolución Cubana”.

   Dicho en otros términos, el infeliz Denis no va a tener mucho más remedio que responder por lo que justamente establece la ley para posturas como las asumidas por él. Muy fastidiado está si piensa que con “damas y caballeros” como los que actuaron sobre la tarima montada en Damas No.955 podrá confundir y “palanquear” a la opinión de los dignos y realmente imparciales en el mundo.

   Algo me dice que, más allá de su arte, la vida lo ha rapado por su mala cabeza, mientras el pueblo de Cuba –el mismo que rodeó y apoyó a Fidel en agosto de 1995, cuando lacras pagadas también por Estados Unidos intentaron desestabilizar al país- le dará una nueva lección al imperio y a la contrarrevolución interna y externa acerca de lo que por lo visto les sigue faltando a todos ellos: moral, dignidad, valentía.

  ¿Diálogo? Claro que sí, pero a la medida del que tuvo Fidel con los intelectuales cubanos (16, 23 y 30 de junio de 1961) para explicar, razonar, aclarar mentes confusas o confundidas llegar a consenso, salir más fuertes y unidos, pero NUNCA con espacio para posiciones de fuerza, chantajes, presiones ni condicionamientos alentados por quienes nos odian y quieren destruir como nación.

   Empiezo a despedirme, pues, con lo que Carlos Fernández de Cossío, Director General a cargo de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, le enfatizó al señor Timothy, para que corra a decírselo a sus amos de Washington: “Cuba no permite a Estados Unidos, ni a estado alguno la injerencia en los asuntos internos del país”.

 

Y cierro con fragmentos de lo escrito en Twitter por el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, tras compartir el artículo Cuba soberana no acepta injerencias:

“Algunos se empeñan en protagonizar shows mediáticos contra la Revolución, envenenando y mintiendo en las redes. Nuestro pueblo tiene todo el valor y la moral para sostener una pelea por el corazón de Cuba. El pueblo revolucionario cubano dará el combate… San Isidro, un acto de reality show imperial… para destruir nuestra identidad y volvernos a someter. Todos esos planes serán derrotados.”

 

 

 


jueves, noviembre 26, 2020

 

EL ÚLTIMO GOL DE MARADONA... EN VIDA

 


   El hecho consterna. Informaciones y otros materiales de prensa confirman cómo está Argentina en medio de un dolor que no es menos en todo el continente y más allá de él, incluso entre quienes nunca ocuparon una luneta de estadio o silla frente a la pequeña pantalla para ver un partido de fútbol.

    Es que Diego Armando Maradona dejó hace mucho tiempo de ser únicamente argentino o futbolista, para convertirse en leyenda con rostro vivo, real palpable…

   Y, amigos, con ese tipo de personas no carga la muerte… porque pesan demasiado, no hay ataúd donde quepa la parte material de su existencia, ni tierra suficiente para echarles encima.

   Bien lo sabía él, no porque se creyera entre el conjunto de esos hombres, sino por haber sido como el hijo de uno de ellos, con más espacio dentro del pecho que superficie sobre el planeta tierra: Fidel.

   Del cariño, de la amistad, de la relación verdaderamente familiar, entrañable entre ellos, que hablen o escriban los testigos, los biógrafos, los investigadores…


   Yo, que no sé cómo se patea mejor un balón, me limitaré a decir que este 25 de noviembre Diego Armando le propinó su más efectiva pateada, completamente de zurda, a la muerte. Primero, porque difícilmente alguien lo imagine realmente extinto. Y segundo, porque -necio, rebelde y tan cubano como aquel otro argentino de estrella solitaria en boina- decidió partir, de la que llaman vida, justamente el mismo día en que, según registros en pergamino, lo hizo su otro padre: Papá Fidel.

 


viernes, noviembre 20, 2020

 

CONVENCIÓN DE SONRISAS EN MI CUBA

 

 


Está cerrando sus párpados este viernes 20 de noviembre y la rutina normalmente cotidiana del día me sigue confirmando cuan privilegiados somos los cubanos.

Aunque el llanto puede ser lo más normal del universo, hoy no he visto lágrimas en un solo niño o niña, ni siquiera para que papá, mamá o abuelo complazcan su antojo de seguir patinando sobre el parque, viendo muñequitos en la computadora o comiendo de las confituras que anuncia un vendedor a vuelta de esquina.

Sonrisas infantiles sí. De esas he visto muchísimas, como siempre, a rienda suelta unas, otras al sur de un nasobuco, pero delatadas por un par de ojillos que se achican pícaramente.

¿Qué mejor imagen para un día como este, en que el mundo celebra aniversario de una Convención que desde 1989 pretende proteger y hace cumplir los derechos de todos los niños del mundo, sin distinción de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones, procedencia, posición económica, creencias, impedimentos, o cualquier otra condición.

 

 

En 54 artículos, ese Tratado –el más ampliamente ratificado a escala global- respalda el derecho incuestionable a nacer, llevar un nombre o identidad, desarrollarse plenamente, con acceso a la salud, educación, esparcimiento, actividades deportivas o culturales; a la libertad de pensamiento y de expresión, a la protección y asistencia del Estado…

Es obvio, entonces, que el documento se oponga a toda forma de explotación y de abuso sexual, discriminación u otras manifestaciones de maltrato, además de la inserción de niños y adolescentes en conflictos armados. 

Para la familia cubana nada de ello es nuevo o anhelo para mañana, en un contexto donde, tal y como han ponderado organismos internacionales, desde que una mujer queda embarazada se le realizan de forma progresiva alrededor de diez controles prenatales, en medio de rigurosa e integral vigilancia, para asegurar la vida y la salud el futuro bebé. 

Quizás muchos no sepamos que, con razón, Cuba fue el primer país certificado en el mundo como Libre de la transmisión materno infantil del VIH y de la sífilis congénita.

Menciono ese, por apenas citar uno entre múltiples ejemplos en torno a la obra cubana frente a flagelos que azotan sin clemencia a numerosas naciones, sobre todo las más pobres. 

 


Hablar, en fin, de realidades así, o de cómo todos los nacimientos son registrados y el 99,9 por ciento de ellos ocurren en instituciones de salud, asistidos por especialistas, es cosa tan normal para cualquier cubano como la prioridad que el Estado le concede al desarrollo integral desde la primera infancia, mediante programas como el materno infantil, el denominado Educa a tu hijo y la atención en los círculos infantiles, preámbulo de la inserción gratuita y obligatoria en la ascendente cuesta de la educación, por sus distintos niveles y tipos de enseñanza, incluida la especial, con alternativas de igualdad de derecho para quienes vienen a la vida con alguna discapacidad. 

De manera que nadie tiene que acudir a un ejercicio imaginario de abstracción o salir a buscar fuera ejemplos que laten bajo su propio techo, en la vivienda contigua y en el barrio donde cada día los niños juegan pelota o a las adivinanzas, empinan un papalote, van y retornan de la escuela o asisten a un acto público.

Infeliz el padre, familiar, vecino, maestro, médico, trabajador social… que no haya aprovechado las posibilidades que desde hace más de 60 años pululan desde la Punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio (sin excluir a la Isla de la Juventud) para concretar en cada niño y niña derechos por los que lamentablemente luchan a brazo partido, o aguardan, millones de adultos en otras latitudes.

 


 

 

 

      

 


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