sábado, febrero 20, 2021

 

EN CLAVE CON UN GUAGÜERO DESDE CUITO CUANAVALE

 


Pues sí, un simple y a la vez extraordinario guagüero mantuvo permanente comunicación con la máxima dirección cubana desde Cuito Cuanavale, álgido punto de la geografía angolana a donde llegó formando parte del primer grupo de asesores internacionalistas.

 


Su nombre: Idalberto Pereira Moreno, natural de un pueblito rural llamado Orlando González, en Ciego de Ávila.

Actualmente trabaja en la actividad de aseguramientos, en la Empresa Universal de esa central provincia.

Detalles de su labor en Cuito Cuanavale no ofreceré aquí. 

Prefiero invitarlos a que accedan a la Revista Bohemia y lean este trabajo publicado en la sección Historia.


domingo, febrero 14, 2021

 

AMOR DEL CALENDARIO ENTERO

 

No me cansaré de decirlo, de escribirlo… de sentirlo, entre hueso, nervios, carne y poros: nada, absolutamente nada sobre esta Tierra tiene el valor de un niño, mucho más si su llegada al mundo es fruto directo de amor.

   Por nuestros hijos pasamos noches y madrugadas con un ojo cerrado y el otro bien abierto, como de par en par mantenemos los oídos.  

   Por ellos (hijos, sobrinos, nietos, bisnietos) nos hacemos creer a nosotros mismos que no tenemos apetito y renunciamos a degustar la confitura o el dulce que muy bien alcanza para todos... porque no hay nada como ver a esa personita en miniatura relamerse los labios, obsequiarnos una sonrisa de gratitud y luego extendernos la manita para compartir –qué bien- lo mismo que minutos antes le hemos obsequiado.

   Por ellos el agotamiento físico de todo un día pasa en segundos a ser ficticio, irreal, ante la súplica para ir “un ratico al parque, a montar en los cachivaches o a correr detrás del perro en el césped de la Plaza…”

   Allá quien se rompa el cráneo buscando, para un día como hoy, 14 de febrero, un ejemplo de Amor que estremezca hasta la insensibilidad, cuando en verdad lo tiene ahí: al alcance de un abrazo, en los sonoros acordes de un Te quiero o cabalgando con la misma fantasía de aquel diminuto jinetuelo, acomodado sobre el pecho de Martí, ebrio de gozo, dando imaginaria espuela, aferrado a un cabello convertido en brida…

   ¿Amor? Que alguien me busque otro fruto mejor dentro de un hogar, en una familia, en un país entero como el nuestro.

   Amor. Que alguien me diga si es exactamente igual cuando falta en casa ese reparador de sueños o esa Blanca Nieves que en las noches nos suplica un cuento y termina “embobeciéndonos” como el niño que nunca dejaremos de ser.


   Por eso, y por millones de razones más, este 14 de febrero me antojo –porque me resulta inevitable- de quitarme el sombrero y ajustarme aún más el nasobuco, en reverencia, no solo ante mis princesas Daniela e Isabela, allá en Las Tunas; ante Marlon, ese diminuto bailarín camagüeyano o ante la también pequeñita Chassari, un verdadero “cerebrito avileño”, sino ante todas las niñas y niños de este país que con mucho, muchísimo amor, lleva más de seis décadas engendrando maravillas, para que ni las más recias tempestades le dañen un cabello a su niñez.


jueves, febrero 04, 2021

 

A "MUNDIAL"

     ... QUIENES NO ACABAN DE APRENDER LA LECCIÓN

Febrero de 2021. Otra vez la ardua tarea de meter a la cabecera provincial y poblados municipales en una especie de muro sanitario virtual,  acaso parecido, en términos de acceso, a los que antaño levantó la mano ingeniera en la fortificada Habana.

 

   Y de nuevo casas, pasos de escalera, cuadras, manzanas enteras y hasta barrios bajo rigurosas restricciones, en medio de cintas, sogas y otros elementos que devienen alambrada contra el SARS-CoV-2… como si, ante el descuido, este no se agazapara para pasar arrastrándose, bajeando, cual venenosa víbora, ¡y morder!

   De vuelta, también, el cierre de centros recreativos, diurnos, nocturnos, a cualquier hora… no tan doloroso, a la postre, como las aulas, sin un niño dentro ni maestro al frente.

   Ha retornado el inmovilismo a los salones de restaurantes y cafeterías, donde la elaboración de alimentos solo tiene un propósito: llevar el producto a casa y consumirlo allá, lejos del peligro que entra puede penetrar por la nariz o entre labios, minar vías respiratorias y no parar hasta el deceso.

   No queda mucho más remedio que volver a concederle espacio al trabajo a distancia y al teletrabajo, o ver cómo asoma cabeza la inactividad de quienes no tienen, o no encuentran, o no quieren encontrar opción lógica de seguir haciendo algo socialmente útil, como si la economía del país fuese un gran mago que mete la mano en un sombrero y, además del legendario conejo, saca milagrosamente arroz, viandas, frutas, vegetales, cerdos, gallinas, reses, ovejos, peces, medicamentos, petróleo, billetes a granel para continuar pagando salarios, seguridad social, jubilaciones…


   Hay que recurrir nuevamente a más presencia de hombres y mujeres que trabajan en el Ministerio del Interior y en las Fuerzas Armadas Revolucionarias para que la gente se comporte en los espacios públicos con la disciplina, sensatez y cuidado que demanda esta pandemia… ¿acaso algo distinto de lo que por educación familiar debe hacer cada ciudadano en su propio hogar? 

   Vuelve a “irse” lo avanzado en el transporte luego de aquel indeseado rebrote (finales de agosto) que se suponía dejara lecciones idóneas para toda praxis futura, mientras, por lo visto, la realidad confirma que no en todos los casos y lugares fue así.

   De todo ello y más hay en territorios como Ciego de Ávila, Artemisa, Mayabeque y La Isla de la Juventud, de vuelta todos sobre sus mismos no deseados pasos, luego de haber empezado a dejar atrás los predios que, sin escrúpulo alguno y a una velocidad increíble, suele ocupar la Covid-19… cuando se le permite.

   Usted, que ahora lee, puede preguntarse por qué esa involución, en unas provincias sí, en otras no, en determinados municipios.

   Consejos de Defensa a diferentes instancias, autoridades y especialistas analizan causas, estudian el terreno, van a las esencias, llegan a consensos y conclusiones, orientan, exigen...

   Sus puntos de vista convergen con muchas de las cosas que, con ojo clínico y sabiduría popular, la gente preocupada y ocupada ha condensado en estados de opinión pública: baja percepción –otra vez o todavía- del peligro, descuido, indisciplina, exceso de confianza, indiferencia…

   Muchísimos ciudadanos –y basta recorrer por breve tiempo el centro de la ciudad o barrios más apartados- continúan como si nada sucediera, como si el SARS-CoV-2 fuera ciencia ficción cinematográfica y no un monstruo real, intangible, invisible, pero omnipresente, que ha contagiado a 105 millones de personas en todo el planeta, de las cuales cerca de 2 millones 270 mil hoy están incineradas o bajo tierra, sin contar las que se descomponen fuera de control, en países pobres o incluso en naciones ricas como Estados Unidos.

  A esta altura, en términos de información y de conocimiento, al menos en Cuba todo el mundo sabe muy bien lo que se puede hacer y lo que no, lo correcto y lo incorrecto, lo permitido y lo violatorio.

   Individuos sin nasobuco, adolescentes y jóvenes a su libre albedrío en parques y calles, por irresponsabilidad y falta de exigencia de sus padres, en vez de estar en casa (para lo cual se ha suspendido docencia); grupos de adictos jugando dominó en un portal, acera o bajo alumbrado público, algunos pasándose el mismo vasito de ron, de boca en boca; centros laborales donde el paso podálico no parece preocupar ni ocupar a quien dirige, pesquisa más formal que a fondo, lentitud en el control y tratamiento a contactos de enfermos y sospechosos, insuficiencias en la encuesta epidemiológica…

   De todo ello, vuelve a haber en las viñas de muchos territorios donde, ni bajando el mismísimo Señor, de los cielos, se va avanzar del modo que necesitamos quienes habitamos y pisamos esta tierra, mientras no hagamos de una vez lo que a cada quien corresponde.

   Veamos qué ocurre en las próximas horas, a medida que la ley empiece a mostrar -mediante la imposición de multas en cuantías más elevadas, justas y a tono con la gravedad del momento-  el aro por donde debemos entrar todos, sin excepción, para ver si empezamos a salir, de una vez, y sin retrocesos innecesarios, de esta adversa coyuntura.

   La guerra está avisada para que, por su mala o irreverente cabeza, con excepción del perverso virus, no muera nadie más.

 

 

 

 


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