miércoles, julio 29, 2009

 

LAS SILLAS DE MI PUEBLO

Cada vez que retorno a mi pueblo (la siempre cándida y apacible ciudad de Sancti-Spíritus) tengo, necesariamente, que dedicar unos minutos a sentarme en alguna de las sillas del parque Serafín Sánchez: las mismas donde cientos de veces me acomodé cuando era niño, a mirar la vida o a pedirle para mañana todo lo bueno que hasta entonces no había marcado mi infancia…

Nostalgias aparte, el sentido de esa evocación no es epidérmico ni abstracto. Está ahí, en cada una de esas sillas (más de 300), hechas de fina cinta en metal, aparentemente frágiles ante la obesidad humana o el peso de los años, pero presentes todo el tiempo, sin lesiones ni muertes, sentadas y a la vez erguidas, como monumento de toda una villa a su pertenencia misma…

Generalmente la meditación popular no se adentra mucho en lo que por norma se convierte en hábito. Tal vez por eso miles de espirituanos y visitantes no interioricen el habitual cuidado que, consciente o inconscientemente, han tenido generaciones enteras hacia las sillas de ese parque, donde miles de abuelos les narraron fantásticos relatos a los nietos, esos nietos a sus hijos, el joven a la muchacha que hoy sigue sentándose allí, a mirar al nietecito común mientras corretea por un espacio que deviene prolongación abierta de todos los hogares…

Y, por esas mismas razones, duele ver en otros sitios de la geografía nacional expresiones de maltrato hacia lo que tenemos al servicio de todos.

Nadie arruina lo que ama y siente como suyo. La anciana más buena y cariñosa que he conocido en mi vida (Norberta Concepción) solía recomendarle a su prole: “Aprendan a cuidarlo todo para que nunca les falte nada”.

El tiempo se llevó su cuerpo, pero la enseñanza está ahí, arraigada como los consejos de otras abuelas en sus descendientes.

Mis excusas si hay error; pero más que social o estatal, el maltrato y la destrucción del patrimonio común es un fenómeno con raíces tan claramente familiares como otros males que también deben ser atajados desde que se anuda el pañal a ras de cuna: robo, irrespeto, avaricia, engaño, oportunismo, fraude, vagancia…

Desde la más populosa ciudad hasta el más pequeño núcleo residencial tienen sus reliquias.

Evocar ese “tesoro de todos” es hermoso. Triste debe ser vernos obligados a recordarlo un día, ante la imposibilidad de apreciarlo, tocarlo, disfrutarlo, porque la indolencia haya puesto fin a su existencia.

No es ese el caso de las sillas de mi pueblo: espacio donde se han sentado generaciones enteras, sin detenerse a meditar que al mismo tiempo asientan y perpetúan uno de los más nobles valores del ser humano: el que permite cuidarlo todo para que nunca falte nada.

martes, julio 14, 2009

 

PORQUE SOY PERIODISTA

Otro cobarde -de esos que llevan un grillete al tobillo y se arrastran por la tierra que pisan mientras simulan aletear con libertad- ha vuelto a imaginar que logra ofenderme.

Pobre diablo. Infeliz. En todo caso me deja una mezcla de repugnancia con lástima. No se da cuenta que al irritarse con lo que lee en mi blog (por cierto, ¿Quién lo obliga a hacerlo?) está reconociendo, de hecho, la razón de lo que escribo. “Al que le pica, sus motivos tiene” –diría un viejo amigo.

¿Qué se puede esperar de alguien que, incapaz de argumentar en pleno siglo XXI, apenas puede recurrir a términos tan risibles como “Payaso, chivato, perro…” y ni siquiera tiene el pudor de dar la cara o identificarse?

Gracias por tu irremediable petulancia, querido ANÓNIMO (bonita firma). No acostumbro a responder sandeces, pero créeme que esta noche dormiré con cierta satisfacción, disfrutaré tu rabia y para que no me culpes de “oficialista” te dejo con estas diez líneas que hace poco más de un año me envió una entrañable amiga llamada Sonia Castillo.

Toma, sin pena, de ahí lo que desees… ya que –ciego, manco, sordo y mutilado de cerebro- jamás podrás escribir algo parecido, y mucho menos entender el sentido real que encierran los dos últimos renglones de esos versos.

Atiende bien:

SER PERIODISTA

No importa si vas de agenda o grabadora,
si vas a un funeral o a un homenaje,
si de bailador o de doliente;
si has decidido hoy mismo dejar el mundo atrás.
Ser periodista es serlo con las vísceras.
Has perdido tu nombre para siempre,
porque has ganado todo,
porque antes ya no existe.
Ser periodista es hacer el amor...
con las palabras.



jueves, julio 09, 2009

 

A UN MOJÓN, POCA ATENCIÓN

Por su nulo valor, debiera ignorar –como otras veces- tres comentarios que llegaron reptando hasta los talones de mi blog, remitidos por alguien que parece autodenominarse Chakallll, aunque en verdad dichos mensajes destilaban el hedor propio de una hiena indigestada.

Pobre de quienes no tienen el valor de mostrar su rostro (o su nombre) y graznan desde un escondrijo.

De cualquier modo, no hay en mi espacio digital espacio para la ofensa absurda ni para el chillido que salta irrespetuoso donde faltan la sensatez, el valor y el argumento.

Sobra, sin embargo, en mi cuerpo “espacio” por donde pasarme ese tipo de miserias humanas.

Aún así, agradezco a todos los Chacales la excepcional posibilidad de recordarme a menudo una de las frases más geniales que he leído en mi vida. Está adosada a lo alto de la pared, junto a miles de refranes, en la casa de Tomás Álvarez de los Ríos (Sancti-Spíritus, Cuba) y dice sencillamente así: A UN MOJÓN, POCA ATENCIÓN.

***** ***** *****

Nota: Si hay duda con el uso de alguna palabra, favor de consultar el diccionario. Si el “interesado” no supiera qué cosa es un diccionario, puede preguntarle entonces a cualquier niño cubano… miles y miles, en todo este Archipiélago, hacen cada día uso de ese valioso instrumento.

This page is powered by Blogger. Isn't yours?