jueves, abril 22, 2021

 

CONTINUIDAD ES CONVICCIÓN

 

  No hay que ser profeta, fanático ni optimista en extremo para darse cuenta de que este Octavo Congreso es el de la continuidad histórica o lo que es igual: el del único camino dignamente posible.

  


 Desde su cálido refugio, allá en Santa Ifigenia, Fidel nos sigue acompañando, paso a paso. Lo hacen también Celia, Vilma y Almeida. No dejará de hacerlo Raúl, ahora, cuando pone las riendas políticas de este blanco corcel llamado Cuba en manos bien continuadoras, y pasado mañana, cuando los emisores y receptores del mal se  ilusionen suponiendo que él ya no está. 

   Lo mismo debe ocurrir con Machado, con Ramiro, con Guillermo… merecedores incuestionables de un reposo que seguirá siendo sabiamente activo, luego de tantos años de enfrentamiento permanente a tempestades.

   Pasadas más de seis gloriosas décadas, no hay otra alternativa ni otra senda que la de continuar sembrando y cultivando, como dice la canción, la gloria que se ha vivido.

   ¿Supone alguien que será fácil? ¡Ni pensarlo! Quienes llevan esas mismas seis y más décadas preparando maletas en suelo imperial para venir a desempacar aquí bultos (de dominio, poder, sojuzgamiento, corrupción, crímenes, abuso, vicios…), se están dando lima en las pezuñas. 

   ¿O nos vamos a chupar el dedo pensando que los “san isidrianos”, esos que piden intervención militar norteamericana y otros ejemplares de una reptilínea (arrastrada) fauna, son obra y gracia de la casualidad histórica?

  A otros con ese cuento. Tal y como nos demuestra a menudo Humberto López en sus aleccionadores comentarios televisivos, es mucho el billete que se está poniendo en juego “allá” para llenar esto acá de minas ideológicas, confundir, dividir, subvertir, crear caos, disgusto, malestar, inseguridad, decepción, supuesta ingobernabilidad…

   Usadas con las peores intenciones desde territorio continental, y también insular por parte de renegados e ingratos, las redes sociales se dan gusto haciendo daño, sobre todo entre adeptos y adictos tecnológicos que terminan perforados por la mentira, aun teniendo tanta verdad alrededor y dentro, en sí mismos.

 

  Ojo pues, padres, tíos, abuelos, vecinos. Ojo organizaciones de masas. Ojo Partido, como se ha dicho en estas sesiones congresistas. La claridad absoluta, transparente, meridiana que está develando el Congreso tiene que expresarse o traducirse en acciones y en resultados concretos a escala social, tal como afirmó Homero Acosta, Secretario del Parlamento Cubano, al referirse al rol decisivo de quienes dirigen, lo mismo dentro del Partido, que en las organizaciones de masas, en el gobierno, en todo el sector empresarial.

   Condensando la esencia de intervenciones realizadas en comisiones de trabajo y en plenario, volviendo la vista hacia un pasado cuya historia bien podrían envidiar los huérfanos de ella y mirando serenamente hacia adelante, es obvio que el zumo de este momento se puede definir con una palabra: continuidad.

   Pero mucho cuidado. A ella no se llega con deseos, con voluntad, con frases, consignas y ni siquiera con recursos y tecnologías de super-punta. Se puede carecer de todo eso y continuar. ¿Qué nos ocurrió a nosotros mismos en los años 90? Nos quedamos prácticamente en cero y proseguimos. ¿Qué les ocurrió, en cambio, a países que en ese mismo tiempo tenían enormes recursos? Se desplomaron con todo.

  

 El meollo del asunto, a mi modo de ver, está en una condición determinante: las convicciones. Con ellas dentro, cada cubano es un gigante: un Fidel. Vayamos a Cinco Palmas y al histórico reencuentro. Un puñado de hombres, un puñado de fusiles. ¡Ahora sí ganamos la guerra! ¿Sobre qué bases, si no de convicciones, se reacciona y se actúa de ese modo?

   A la clara luz de este instante, una saludable pregunta entonces pudiera ser: ¿Cómo andan las convicciones bajo el techo de mi hogar, sobre todo en los más jóvenes; en mi cuadra, en mi barrio, en mi bloque de la FMC, en mi CDR, en mi centro de trabajo, en mi sección sindical, en mi asociación de base campesina, en mi asociación de combatientes, en mi comité de base, en mi núcleo del Partido…? Ningún país tiene esa estructura; llámese potencial.

   Toda la atención del país, por favor, hacia esos compatriotas, quizás mayoritariamente jóvenes, que se pasan el santo día pegados como autómatas a un celular o a otros dispositivos y soportes tecnológicos por donde la fiera destila veneno las 24 horas y, mordidos ya por ella, no dan crédito al consejo sano y sabio de padres y abuelos que, a diferencia, sí ven el Noticiero Nacional de Televisión, escuchan la radio, leen la prensa, ven la Mesa Redonda Informativa, beben de la historia, están al tanto de lo que en realidad acontece y de lo que recomiendan quienes dirigen, defienden, hacen ciencia, milagros y sostienen a este país.

   No mucho hacemos con que, hoy y mañana, tengamos al frente de la nación a un excelente grupo de cubanos, y en la sociedad haya grietas, espacios de cómplice silencio, inercia, indiferencia, titubeo, indefinición…

   Para la revolución no existe la zona de duda. El strike es strike y la bola es bola. Por eso tal vez sea hora ya de generalizar, aplicar y exigir en todos sectores, esferas y procesos de la vida nacional lo que para siempre Fidel les recomendó a los intelectuales: con la Revolución todo, contra la Revolución nada. Máxime en momentos como los actuales, cuando hay quienes, haciéndose los ingenuos o enarbolando derechos que retuercen a su manera e interés, le sirven plato y mesa al enemigo e incurren en prácticas que atentan incluso contra la seguridad nacional.

   La continuidad, dicha, privilegio y determinación de seguir siendo lo que hemos sido y cómo hemos sido hasta ahora, y las convicciones para sustentarla, no se importan en el mercado internacional con liquideces en MLC; por tanto tampoco se pueden bloquear desde el exterior. Esa convicción se siembra aquí, se le dan todas las atenciones culturales aquí, se cosecha aquí y se distribuye aquí para consumo de más de once millones de cubanos.

  

 No permitamos entonces que los gusanos invadan nuestro fértil huerto. Sobrados medios bio-ideológicos tenemos para seguir aplastándolos y continuar. No lo digo yo. No lo dice solo el Octavo Congreso. Lea usted esta frase –todos sabemos dónde está, quién la escribió- y dígame si no es absolutamente cierta: “… es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas”.

 

 


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