domingo, julio 19, 2020

 

MIS NIÑOS

                              ... SON TODOS


... porque a todos los siento míos; pequeñas  personitas que llenan de travesuras, ocurrencias y alegría todos los rincones visibles e invisibles del hogar y del alma.

 
Hoy, tercer domingo de julio, es su día. O sea: uno de sus días, porque para mí son dueños de los 365 amaneceres del año, con sus medio días, tardes, noches y madrugadas.

Con casi 35 calendarios ya, mi hijo sigue teniendo los dos o tres años con que a finales de los años 80 me pedía cada noche un cuento, y otro, y otro más... mientras yo inventaba y reinventaba historias y más historias para él, especialmente para él.

Ahora con aquella misma edad, Daniela me tiene a punto de sanísimo ingreso psiquiátrico, del mismo modo que su hermanita Isabela, tres años mayor que ella, pero no menos tierna y angelical, como muestra esta foto.

Son las semillas que la vida nos da.

Pobres de quienes no sepan cuidarlas, verlas germinar, empinarse, dar más frutos. 

Alguien dijo alguna vez que los niños debieran gobernar al mundo, dirigirlo...

Mi casa, mi familia está gobernada por ellos... porque no hay decisión, paso, medida, minuto en que no estén presentes Daniela, Isabela y el derecho de todo niño a la vida, a la salud, a la felicidad.

¿Ha visto usted algo más triste que el llanto desconsolado de un pequeño o pequeña? Eso, sin hablar de los que deambulan por tenebrosos parajes del mundo, víctimas de miserias de todo tipo.

No; en mi Cuba no ocurre eso.

No sucede  desde hace más de seis décadas.

Por eso, amén de todo lo que materialmente puede faltarme,  soy el hombre más feliz del universo... dueño absoluto de él cada segundo, cuando me tiendo imaginariamente para llenar de óxigeno mis pulmones a los pies de esas niñas y niños conocidos o no, familiares o no, que adoro y siento como lo que en verad son: míos, todos.





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