domingo, junio 07, 2020

 

REVERENCIA DE PUEBLO


     

Fue ayer (el aniversario 59), pero hoy y mañana ellos, los combatientes del Ministerio del Interior, continúan ahí, velando por la tranquilidad ciudadana, por el cumplimiento de lo establecido en materia de Tránsito, por la invulnerabilidad de nuestras fronteras, por la prevención y extinción de incendios, por la preservación de lo bosques,  por la seguridad del Estado cubano… completo.

No tuvimos que mandarlos a prepararse en ninguna academia de superpotencia extranjera, y mucho menos pedirlos prestados por un tiempo determinado. Nada de eso.  Son genuino resultado de la capacidad endógena del país para preparar sus propias fuerzas.

O dicho de otro modo: son cientos, miles, como la jovencita avileña Lisi, nieta del vaquero Alfredo Valdés; es el joven tunero Eloy, cada vez más orgulloso de la labor que realiza su padre en el terreno de la flora y la fauna; es Marcial Flores, alternado el patrullaje y la prevención de Tránsito con caricaturas de fino trazo, como las que inundaron literalmente a comités de solidaridad de todo el mundo en defensa de los Cinco Héroes antiterroristas cubanos…

Hablo y pienso, en esos que, con uniforme o sin él, salen de casa tan temprano como cualquier obrero, técnico, especialista o dirigente, y retornan a ella mucho más tarde… o en las primeras horas del siguiente día, para asearse, cambiar la ropa y volver al camino con la adarga al brazo.

Pienso y escribo acerca de los que se proponen y pueden ser mucho mejores todavía en la vertiente del trabajo que escogieron o a la que el país les pidió consagrarse, aun conociendo las privaciones, limitaciones, muchas veces incomprensiones y permanentes peligros que rodean o gravitan sobre quienes emprenden ese sendero.

Para cada línea de lo antes dicho aquí pudiera colocar la imagen correspondiente. Pero prefiero dejar ante la mirada del lector esta, que tampoco importé de ningún entorno ultramarino, ni a nadie le pedí prestada.  Quedó “prisionera” de mi lente, mientras un agente avileño del Tránsito hacía lo mismo que haría el más sensible de los cubanos en cualquier parte del Archipiélago.

Sea, pues, expresión gráfica de la reverencia que anida en la parte agradecida de quienes habitan esta nación.




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