jueves, octubre 10, 2019

 

HOY TAMBIÉN ELIJO YO



No. No será un ejercicio abstracto, de pura imaginación y nada más. Hoy, cuando algún viejo reloj de pared emita diez continuas campanadas y en el Palacio de las Convenciones 605 diputados hagan uso de un derecho que nos asiste, por igual, a todos los cubanos en edad y condiciones físico-mentales para votar, yo sentiré que también estoy votando.


Y no será, únicamente, porque allí, boleta en mano, tinta en ristre y “tinta en principios” ocupe honroso escaño esa mujer de tez mestizamente clara, “que amo y me ama sin decir nada, o casi nada…” Y mucho menos por aquello de que “cuando dos se quieren, con uno que vote basta”.

No. Para mí sí está claro que en el voto de Alexis Estévez Matos, diputado por la mismísima punta de Maisí, o en el de Belkis María Pérez Cruz, elegida por Guane, allá en Pinar del Río, está, de alguna y de muchas maneras, también mi parecer, o el de mi nieta Daniela, quien desde sus dos añitos y cuatro meses de edad no sabe qué cosa es un sufragio o por qué se elige a un Presidente, pero que tiene todo el derecho del universo a saberlo y a seguir concurriendo a las urnas, como sus padres y abuelos, a la vuelta de un abrir y cerrar de ojos.

Yo no sé, de verdad, si quienes  “rajan” de nuestro sistema electoral terminarán de comprender, de una vez, lo que su ceguera política no les ha permitido ver jamás. Tampoco me desvelaré si nunca les llega esa visión.
Como millones de personas que habitamos esta ínsula, rodeada de mar y no exenta de un tormentoso oleaje norteñamente ultramarino, estaré satisfecho a mitad de este décimo día del también décimo mes del año. Satisfecho sí, del resultado de la votación allá en Palacio y de quienes sean electos para seguir conduciendo este gran yate de cuatro letras: Cuba, porque más de 8 millones 705 mil cubanos (según listado oficial del Referendo Constitucional, 24 de febrero de 2019) no podemos estar equivocados en torno a quienes hoy nos representan.

Por ello, como muchísima gente en todo el Archipiélago, a fin de cuentas y de jornada, iré a ese refrigerador, cuyos párpados no se han apagado ni una vez en estas semanas de apretada coyuntura energética nacional, extraeré una línea de cubanísimo licor y brindaré por este día y por todos los que vendrán.



 


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