miércoles, marzo 06, 2019

 

MONÓLOGO EN BLANCO Y NEGRO



Reynaldo “El negro” Ríos Cruz transpira una salud más de hierro que el metal mismo de esos monstruos rodantes y cortantes, sobre los cuales acumula 34 años devorando y mandando caña directamente para el central…

Y menos mal (que su salud es de acero) porque, de lo contrario, no sé cómo enfrentaría todo lo que se le viene encima a un operador de combinada desde que le declara su propia guerra a esas plantaciones de la gramínea, donde concluir un campo no significa irte a casa, darte un baño y ponerte a ver televisión, dormir o jugar dominó… hasta mañana.

Si, impecablemente limpio, con aire acondicionado, música, posibilidad de parar y merendar a gusto, el conductor de un taxi de turismo termina exhausto, luego de una jornada normal de trabajo, ¿cómo irá a la cama, casi a media noche, el operador de combinada KTP, entregado al corte desde las 5:00 de la madrugada y sin más pausa en todo el día que ese apresurado instante dedicado a almorzar, a tomar agua, a reabastecer la máquina o a orinar?

Y el sol que no tranza con nadie, y la pica pica cada vez más agresiva, y el sudor saliendo a chorros, y los huesos y músculos pidiendo “un diez”, y a uno y otro lado paja de caña, polvillo y partículas volando; volando y buscando un filo para colarse en la cabina y acomodarse hasta en el blanco de los ojos… o en el negro de los pulmones.

Lo sabe todo el que se ha encaramado encima de uno de esos “bichos”, gracias a los cuales ya no hay que picar la caña como lo hacían nuestros abuelos y bisabuelos: a mano, a machete, a mocha, a quijada y coraje…
Nadie imagine que “es jamón” mantener ese ritmo durante una semana, un mes, dos… El cuerpo se adapta, todos “sus relojes y sistemas” también, pero hay que afincarse duro de verdad. 

Entonces, de repente un buen día el Jefe del Pelotón de corte viene hacia ti para decirte: ¡Métele duro, que hoy te conviertes en millonario!
Y, en silencio, repites: un millón de arrobas de caña. Y te echas al hombro ese primer millón y quieres zumbarte el otro en menos tiempo aún.

…porque es como una prueba de resistencia y de capacidad para ti mismo, porque sabes que tienes voluntad para eso y para más, porque te hace muchísima falta todo el dinero que puedas cobrar y más también a fin de resolver las mil necesidades que claman por solución entre el techo y el piso de tu casa, y porque en eso de echar caña para atrás, o para encima del camión y del remolque, no hay quien te haga un cuento después de 34 zafras, millonario en todas y bimillonario en nueve de ellas.

Y si a ello se suma que Ángela Rodríguez, tu esposa, la mujer a quien decidiste unir tu vida, la que te atiende, soporta, exige, cuidas y te cuida, está pegada también ahí, en pleno cañaveral, cocinando para el pelotón, haciendo milagros con lo que tiene a mano y hasta lo que inventa, como si fuera una maga… entonces, compadre, no puedes molestarte porque el lente de Nohema te haya captado en un instante, o porque los escasos segundos que convertimos en diálogo contigo devengan esta suerte de monólogo, para evocar tu salud (física y espiritual) de hierro, tu voluntad a prueba de sol rajando piedras, tu condición de primer millonario sobre las KTP avileñas en esta zafra y la posibilidad de que otros, como mismo tú, se sientan reflejados en este puñado de líneas.

(Tomado de mí mismo en Invasor, con fotos de Nohema)

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