miércoles, enero 09, 2019

 

EL CAÑÓN VA A RUGIR SÍ




—¿Y por qué tengo que ser yo? —pregunta en rectazo que debe haber andado por encima de las 90 millas.

Pero, ni corto ni perezoso, saco el bate y…

—Porque eres el Cañón de la Trocha, porque toda Cuba te admira y porque esta vez no tendrás que decir ni una palabra relacionada con el box. ¿Qué te parece?
Colocado ahora él en incómodo conteo (0-2) sonríe y, al escuchar que se trata de lo que nos espera a todos los cubanos este 24 de febrero, riposta:

—Pues pon ahí que voy a votar y bien temprano, como he hecho otras veces cuando hemos tenido que elegir al delegado del barrio o para todo lo que tenga que ver con mi país.

—¿Y qué más?

Vuelve a mirarme, como tratando de pescar la seña del receptor  Osvaldo Vázquez, dice que sí, se impulsa y:

—Bueno… di que mi voto será un sí por la misma Constitución que analizamos los vecinos, abajo del edificio donde vivo desde hace diez años, aquí, a un costado del José Ramón Cepero.

Ahora soy yo quien lo observo, con deseos de hacerle otra pregunta, pero comprendo que debe incorporarse al reglamentario entrenamiento del equipo, para enfrentar, en la noche a unos leñadores que están cortando a puro filo de hacha.

Y, a punto ya de despedida, es Vladimir García quien me fulmina con otro rectazoa la medida de aficionados y lectores:

—No iré a votar yo solo. Conmigo irán, como siempre, mi esposa Maddy Martín y mis niñas Nastasha y Emily.

Entonces lo miro, callo, saludo y me digo: ¡Claro, compadre! ¿Para quién, si no para ellas, está concebida nuestra Ley de Leyes?




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