domingo, septiembre 16, 2018
ALCOHOL EN EL BLANCO DE LOS OJOS
Atinado fue conversar, en el periódico Invasor, acerca del alcoholismo.
Y no es porque haya adictos incontrolables en ese órgano de prensa.
Siempre será sano meditar en torno a un flagelo que afecta a millones de personas en todo el mundo.
La posibilidad de hacerlo la ofreció Enrique Dámaso, trabajador de la Casa
de la Prensa
en la provincia de Ciego de Ávila.
Amigo y fiel colaborador de la comunidad conocida
internacionalmente como Alcohólicos Anónimos, Dámaso condensó en unos treinta
minutos valiosa información.
De acuerdo con datos ofrecidos por él, alrededor del 45 por
ciento de los jóvenes cubanos entre 15 y 35 años de edad consumen ese tipo de
bebidas, muchos de ellos en cantidades nada recomendables.
Trabajadores de Invasor coincidieron
al señalar la peligrosa tendencia, en algunas personas, a mezclar bebidas con
fármacos, para lograr un efecto más intenso.
Por ello es tan importante, recalcó el ponente, reflexionar
y emprender acciones concretas, no solo con quienes dentro del sector
periodístico puedan tener inclinación por la bebida, sino también con hijos,
sobrinos, nietos o vecinos, para evitar las complicaciones a que usualmente
conduce la ingestión de esas sustancias.
En tal sentido recordó que la adicción al alcohol provoca
unas 60 patologías, en términos de salud, además de otras complicaciones
asociadas.
Porque no se trata solo de la cirrosis hepática,
pancreatitis, úlceras, intoxicaciones, trastornos cerebrales y hasta cuadros
cancerígenos a que puede conducir. A ello se suman irreversibles perjuicios de
carácter social relacionados con la pérdida de valores, deterioro de relaciones
matrimoniales, adverso panorama familiar, quebranto de amistades y de
relaciones laborales, violencia, alteración del orden público, entre otras
situaciones.
No por casualidad, con el nombre de Alcoholismo y comunidad,
el propio Enrique Dámaso mantiene espacio fijo en el Museo Provincial, donde
intercambia con personas de diferentes sectores en torno al tema, en medio de
un agradable ambiente, animado por pinceladas culturales.
Allí, o en intercambios como el realizado en Invasor,
profundiza en algo que muchas personas se preguntan: si el alcoholismo es, en
realidad un vicio o una enfermedad.
Y, en coincidencia con el punto de vista médico y
científico, deja claro que se trata de una enfermedad progresiva, incurable,
que requiere de una gran voluntad por parte de quien la padece, comprensión y
ayuda familiar, influencias como la que ofrece la sociedad de Alcohólicos
Anónimos, así como contribución de la sociedad y del Estado, por intermedio de
sus estructuras e instalaciones especializadas.