viernes, julio 20, 2018
AHÍ ESTÁ
Cuarto destino turístico cubano hoy, en cantidad de
habitaciones (más de 7 000), los Jardines del Rey
podrían ubicarse entre los primeros del país para el año 2030, si se
concreta la perspectiva de cerrar con alrededor de 20 000 esa tercera década
del siglo.
A ello se refirió en días pasados Léssner Gómez Molina,
subdelegado del Turismo en la provincia de Ciego deÁvila,
durante un recorrido que incluyó parte de las 17 instalaciones con que cuenta
el sector en el territorio.
Quienes han visitado “El Cayo”, como suelen llamar los
avileños a ese hermoso tramo de archipiélago, bañado por el mar en el litoral
norte, pueden tener una idea, tal vez aproximada, de lo que significará el
mencionado crecimiento allí.
Nadie imagine tres o cuatro hoteles más. Implica construir
más del doble de las capacidades existentes hoy.
Y eso lleva recursos, pero también mucha, muchísima
previsión, planificación y organización, desde todos los puntos de vista.
Si no de los más complejos, emerge como vital el relacionado
con la preparación de la fuerza laboral (de servicio, técnica, profesional…)
que, de manera progresiva, irá asumiendo funciones en los nuevos hoteles. Hoy
las estadísticas reportan más de 10 000 hombres y mujeres directos al cliente.
¿Cuántos habrá para entonces?
El propio Léssner admite el imperativo de estudiar bien la
demanda, para formar y capacitar en correspondencia con lo que se vaya
necesitando, sin obviar el obligado impulso que, en paralelo y por igual
motivo, deberá experimentar la construcción de viviendas, en lugares como la Isla de Turiguanó o quizás
hasta en la propia ciudad de Morón, cabecera del municipio.
Ese enfoque es válido para la agricultura y la industria,
sobre cuyos hombros recaerá el respaldo con alimentos, mercancías y productos
que mientras menos (o nada) importe Cuba, mejor será para su desarrollo.
Tal línea de reflexión —y así se ha estado analizando—
remite a otros aseguramientos como el transporte; no solo el concebido para
movimiento de turistas extranjeros o de visitantes nacionales: también para la
creciente masa de trabajadores empleados en toda la cayería, o para trasegar el
también multiplicado volumen de mercancías e insumos, ya sea por cabotaje u
otras vías.
Poner ojos en el 2030, sin detener la pala de albañil, es no
olvidar, tampoco, que más habitaciones significarán, también, garantía de más
agua potable, así como una respuesta a la altura de las exigencias que impongan
otros servicios como los de electricidad y comunicaciones.
Y es tener en cuenta, todo el tiempo y para todo, el cada
día más impredecible comportamiento del clima, para que ni en el 2030 ni más
allá, el turismo termine siendo vulnerado por fenómenos que desde ahora pueden
ser prevenidos o al menos atenuados: huracanes, tornados, erosión, elevación
del nivel del mar...
El asunto, en fin, se enuncia o se anuncia verbalmente
fácil, pero nadie ignore las complejidades y el grado de visión, previsión y
ejecución que entraña, para que todo fluya bien.
Tenidos en cuenta esos “detalles” bienvenido sea el
crecimiento. Cuba lo necesita y privilegiados sean esos Jardines, donde sobra
espacio natural para que el turismo campee y se extienda como todo un Rey,
hasta y después del 2030… que ya está ahí.