miércoles, febrero 14, 2018
DE COMPLETO REGALO
Y debe estar sucediéndome lo mismo que a muchos y muchas,
hoy, 14 de febrero. ¡Vaya día para amar como todos y demostrarlo un poco más…
si es que se puede más!
Te sorprenden, desde ayer martes, con algo que imaginas “es
todo” lo que te regalarán esta vez y sientes hasta rubor por el valor: más de
uso que metálico.
Pero no es todo; en la alborada de miércoles otra emboscada
te pone fuera de combate.
Y te preguntas si mereces tanto. Y no necesitas responderte
tú mismo para saber que no, que con un beso era suficiente, pero concho, no
puedes cortar la inspiración porque sería como cortarle alas al amor mismo. Y
aceptas el complementado obsequio, aún dejando claro que no era necesario
exagerar.
Sales como un bólido, entonces, no a ampliar lo que desde
hace un par de días tienes discretamente escondido, sino a cumplir tus deberes
laborales para irte, cuanto antes, a la calle, a comerte el mundo por un pie o
a que te coma él, con el precio de sus preciosos precios.
¿Será tacañería? De ningún modo. Tampoco austeridad. Digamos
“poder adquisitivo”. Pero pa´lante, porque de los cobardes no se ha escrito
nada, o bien poco, o mucho, pero de nada y para nada sirve ser cobarde.
Entonces metiendo teclazos entre imágenes calientitas, de
ayer mismo, encuentras una imagen donde está ella, más vestida de sencillez y
de ternura que de amarillo; más desnuda que metida en blusa y pantalón; se te detiene
el tiempo, expira toda agitación. La miras, tienes deseos de darle un beso, por
lo linda que es, porque adora a los niños, porque en ese momento la presentan,
entre gente humilde, por ser una de las candidatas avileñas a diputadas del
Parlamento cubano…
Y sonríes, porque ella ni sospecha que en ese instante
quizás estés haciéndole, en secreto silencio, el más valioso regalo, desde tu fondo
hasta su cumbre…
Pero despiertas, vuelves a la realidad, miras tus pies,
calzados por el par de zapatos que ella te acaba de regalar (junto a otras
cosas), te percatas del terreno que pisas, la fecha en que lo haces, el mundo
en que vivimos, y vuelves a salir disparado. No sabes bien cómo terminará la
historia. Pero de algo sí estás convencido: no podrás hacer otra cosa que
regalar (lo que tienes ya y lo que sumes), como todo el mundo, pero sobre todo
volver a regalártele completito, una vez más, como no todo el mundo.