miércoles, diciembre 27, 2017
LA TERNURA HACE JUSTICIA
Miro a mi alrededor con un poco más de detenimiento y, de
alguna manera, vuelvo a comprobar lo que allá, en la sesión del Parlamento
cubano, habían consignado las estadísticas: ocho, o más, de cada diez fiscales,
son mujeres.
No se trata ahora, sin embargo, de un sondeo, estudio o
verificación. Ninguno de los presentes imaginaría que mientras conversan en
pequeños grupos, yo saco tales cálculos.
Por fin parece que va a comenzar en Ciegode Ávila
la actividad por los 44 años de la Fiscalía General de la República.
Aparentemente “de la nada”, pero con todo, sale una niña
llamada Amanda Ruiz Rodríguez y, ante la curiosidad de los adultos (por el
virtuosismo con que actúa) declama el Poema a los fiscales, para dar paso a
otra voz, femenina, que en lo adelante tendrá a su cargo la presentación de la
presidencia y los demás momentos concebidos dentro de un guión inviolable (como
la justicia) por su forma, pero de tiernísimo contenido, hecho también… por mujeres.
Para mayor coincidencia, son féminas quienes han acudido en
representación del Partido (Mayra Pérez Morgado, jefa del Departamento
Ideológico) y del Gobierno en la provincia: Noemí Iglesias Falcón,
vicepresidenta.
Y doce fiscales (mujeres diez) son congratulados por su
entrega al oficio, entre diez y 40 años.
Y la inmortal Sara González
brota por las cuerdas vocales de otra niña.
Y, no menos cubanas, irrumpen la décima y una crónica que
hacen reír y sentir dicha a esas avileñas que cada día se levantan bien
temprano, alistan y llevan a sus niños para el colegio, corren para no llegar
tarde al trabajo, se sumergen en cada caso sujeto a proceso, escuchan, valoran,
deciden, imparten justicia, experimentan dentro de sí el dolor de la madre, la
esposa o el hijo del encausado, aman, hacen del hogar una estiba, se lo echan a
cuestas… y siguen adelante.
Si alguien imagina que no sucede así tal vez incurra en un
“crimen a mano de la ignorancia armada”.
Y cuidado. Ellas no solo imparten justicia, también la
merecen desde el estrado donde mejor pueda empinarse la ternura.