lunes, octubre 16, 2017
EL HIJO DEL INVASOR
A Brisbany Recio Pérez la recia idea de estudiar periodismo
no solo se le metió con huracanada fuerza en la cabeza… también por todo el
cuerpo.
Por eso, cuando por razones de salud le indicaron permanecer
su año de servicio militar vinculado al periódico Invasor, de Ciego de Ávila,
vio los cielos más abiertos aún.
“Desde pequeño siempre me gustó conocer un poco de todo,
leer, investigar, recopilar datos… Ya más grande, fui aprendiendo que la prensa
está hecha para llegar a la gente, reflejar lo que sucede, informar y, sobre
todo, para ayudar a resolver problemas. Por eso me incliné por el periodismo al
terminar mi preuniversitario.”
En verdad, Brisbany comenzó su etapa de servicio militar en
tareas de enfrentamiento al mosquito Aedes aegypti, para impedir que el
peligroso vector continúe transmitiendo enfermedades, pero le detectaron un
pequeño problema cardiaco y lo aconsejable fue cambiarlo de escenario.
“Ese tiempo que estuve en Invasor —explica— antes de
comenzar mi vida de estudiante universitario, fue importantísimo para mí, no
solo por lo que pude empezar a aprender en el orden profesional, sino también
por el ambiente verdaderamente familiar que se respira en este órgano de prensa.
“Aquí he aprendido que se puede trabajar en un lugar y
sentirse, al mismo tiempo, como en la propia casa. Me gusta mucho, además, la
dedicación que caracteriza a este colectivo. Hay un ritmo bastante fuerte, que
obliga a estar todo el tiempo activos, pero eso no me preocupa, ni me
atemoriza; todo lo contrario, me parece muy bien que sea así; por eso el
periódico tiene buenos resultados.”
Vinculado al archivo, Brisbany ha sido como el hijo de los
menos jóvenes y el hermano menor de los más nuevos.
Muy maduro para su edad, respetuoso, con un carácter más
bien serio, aunque apto para largar esa sonrisa abierta que le brota desde el
fondo de su infancia, da la impresión de ser uno de esos muchachos recién
graduados, dispuesto a trabajar donde sea necesario, a cualquier hora.
Lo demostró a punta de escoba durante las limpiezas
generales en el medio de prensa, ayudando a Magali, la compañera del pantry, durante
la celebración de los cumpleaños colectivos o individuales (como el que a él
mismo le festejaron), en las reuniones con todos los trabajadores e incluso inmediatamente
después de azotar el huracán Irma, cuando fue de los primeros en llegar al
periódico para ayudar en lo que hiciera falta.
Esos son los estudiantes de periodismo que necesitamos… jóvenes
que no dejen, ni en el aula, ni en ningún otro espacio, duda acerca de cuán
recto y co-rrecto es el rumbo que han tomado.