sábado, abril 29, 2017

 

COMO EN FAMILIA CON EL EMBAJADOR BRITÁNICO




Por interés suyo, el señor Antony Stokes, embajador del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, acaba de tener una cena con blogueros de la prensa avileña.


Cualquier diario o sitio del mundo reflejaría el suceso con la oficialidad que encierran esas dos líneas que acabo de teclear.

Aquí, en mi página o espacio personal, me tomo la licencia y el privilegio de decir: Por interés suyo, y para satisfacción también nuestra, el señor Antony Stokes, embajador del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, acaba de tener una cordial y familiar cena con blogueros de la radio, la prensa escrita y la televisión en Ciego de Ávila.

Con la impresión de habernos conocido desde antes, el diálogo fluyó ameno, transparente, matizado, incluso, por pinceladas de respetuoso, fino, pero inevitable humor… por ambas partes.

Protagonista directo de la primera piedra que, junto al embajador chino en Cuba, había situado, horas antes, donde se construye la primera bioeléctrica cubana que aprovechará biomasa cañera para generar energía, al señor Stokes le interesó conocer la opinión nuestra, como prensa. Resultaba lógico. En esa obra median intereses de su país. Para eso él es presencia en la Mayor de las Antillas.

Por cierto, en medio del intercambio no solo ponderó la visión del pequeño grupo de periodistas acerca del valor de ese proyecto conjunto a favor del uso de fuentes de energía renovable, sino también el empeño de nuestra nación por preservar el medio ambiente.

Y fue diáfano en su criterio, al razonar que aprecia demasiada lentitud en la aprobación y ejecución de proyectos mediante inversión extranjera: algo que, en su opinión, no beneficia al país y que, por demás, dista de lo que aspiran a lograr ministros, funcionarios y autoridades de la nación.


No faltaron referencias y anécdotas con sabor a caña de azúcar, a la fiebre de un fútbol que aparentemente baja la temperatura del béisbol; el reconocimiento a la tranquilidad que transpira este Archipiélago, la conveniencia o no de ponerle más atención al uso de Internet, el rol de los blogueros, la comunicación, los llamados periodistas independientes…

Todo lo que sea para bien de Cuba, para bien del progreso real, para preservar lo que tenemos, mejorar el nivel y calidad de vida de la población cubana; todo lo bien intencionado y lo mutuamente ventajoso para nuestros amigos… bienvenido sea.

Tal fue, en síntesis, la sincera opinión, expresada por quienes estuvimos presentes, cada quien a su manera, todos con la elegante fuerza del respeto y de la cordialidad. 

Tengo total certeza de que el Señor Stokes lo entendió, porque tampoco él desea para su país nada que enferme, ponga en peligro o lacere, conscientemente, la salud física, espiritual, moral de su tierra y de su gente.

De hecho, coincidió con nuestros puntos de vista acerca de cuán valioso es usar las amplias potencialidades de Internet y de las tecnologías actuales —y futuras— de la información y de la comunicación, para dar a conocer la realidad de un lugar como Cuba, sobre la base contenidos en los que no medie un abismo entre lo puesto en órbita y lo que late. Entiéndase la verdad, esa que el cubano o el visitante extranjero puede comprobar directamente aquí, pero que quien habita otra región solo puede apreciar (creer) mediante lo que le llega. 

Y qué triste es que la verdad no le llegue a un francés, a un sueco, a un británico, a un africano, o que la reciba retorcida con toda intención, solo porque han prevalecido intereses mezquinos por encima del decoro y de la dignidad sedimentada durante siglos en las arterias por donde fluye el verdadero periodismo.

Ha sido muy buena esta conversación, repitió más de una vez el embajador británico. La sencillez con que lo dijo me libra de suponer que lo hizo en ejercicio de formalidad o de enmarcado protocolo. De ningún modo.

Seguiré pensando que, en realidad, Antony Stokes agradeció ese pedacito de noche, no solo porque conoció, tal vez, el cerdo enrollado, o por el placer que pudieron dejarle a ras de paladar un par de cristalinas cervezas Cristal…  también, y sobre todo, porque pudo seguir conociendo mejor, de primera pupila y de primer tímpano, sin tecla o voz intermediaria, cómo somos los blogueros de la verdadera prensa cubana, cómo somos las personas que poblamos este Archipiélago: los mismos que, al final de la cena, le pedimos  enviase, luego, un mensaje a su familia, con sinceros votos de salud y de prosperidad para todos.



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