jueves, diciembre 29, 2016

 

LAS INICIALES DE TU NOMBRE





Sin una sola mano alzada en contra, sin una abstención, la Asamblea Nacional del Poder Popular acaba de aprobar una Ley sobre el uso y la figura del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en libre ejercicio de un voto que respalda, desde el fondo mismo del pueblo, la “última” voluntad del Líder histórico de la Revolución cubana.

Ninguna escuela, hospital, institución científica, fábrica, teatro, avenida… nada llevará su nombre.

Tampoco habrá bustos, esculturas, estatuas, monumentos.

Era de esperar así —admitieron varios diputados, en alusión clara y directa a la modestia y a la grandeza de un hombre fuera de época, que le entregó a su pueblo (nosotros, sin excepción) toda su inteligencia, toda su capacidad, todo su tiempo y más, a cambio de nada material o personalmente trascendente.

Mientras Eusebio Leal habla, en lírica prosa, miro a los agradecidos que colman la amplia sala del Palacio de las Convenciones y en sus rostros y miradas, en el silencio solemne y en la escucha casi ceremonial, puedo leer lo que, sentados ahí mismo, dirían los operadores de combinadas, obreros agrícolas, campesinos, trabajadores de las industrias, maestros, médicos, choferes, albañiles, ingenieros, miembros de las FAR y del MININT, trabajadores por cuenta propia, amas de casa, jubilados… que eligieron a este Parlamento.

Y me convenzo, aún más, de que no será necesario ponerle a escuela alguna el nombre de Fidel, porque en cada centro de educación (hospital, industria, área deportiva, teatro, plaza, campo, playa, hotel, plantación, bosque, guardaraya) Fidel es presencia, nombre propio, más allá de las iniciales escritas de su nombre tan común entre nosotros, y entre vosotros: hasta quienes llegó en otras latitudes, idiomas y culturas.

… del mismo modo que no es preciso cambiar los cuatro caracteres que dan nombre a este país, para sentir y saber que él, de Punta a Cabo, es Fidel, sin más culto que el de la obra y el de la unidad que cada cubano deberá moldear y moldearse hacia dentro, donde quiera que el culto vano a la palabra pretenda un pelo asomar.

… para que —como dijo Miguel Barnet— la aprobación de esa Ley continúe siendo el abrazo que Cuba entera le de siempre al Comandante, y para que nunca pierda expresión concreta y real el punto de vista expresado por Raúl cuando, acerca de ese asunto, dijo, también ante el Parlamento:

“La mejor manera de honrarlo (cada quien) es meditando: ¿he cumplido con lo que a mi me toca, día a día?... es hacer realidad, cada día, los postulados contenidos en su brillante Concepto de Revolución.”

Ahí están las verdaderas iniciales de ese nombre, cuyas cinco letras, en línea, fueron, son y van a seguir siendo, presencia sin límite de tiempo ni de espacio… porque él lo merece, porque para los cubanos y para la historia no puede ser ya de otro modo.



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