miércoles, octubre 26, 2016
Y NO ME ABSTENGO
Difícil, sin duda, para la señora Samantha
Power, embajadora norteamericana ante la
ONU, anunciar, a voz-podio, este 26 de octubre, lo que su
semblante no respaldaría ante el mundo plantado frente a la pequeña pantalla :
la abstención, por vez primera, de su país frente al proyecto de resolución presentado
por Cuba en torno a la necesidad de poner fin al bloqueo económico, financiero
y comercial impuesto por Estados Unidos de América.
Normal, en cambio —y créanme que no fuerzo
comparaciones— para el canciller cubano, Bruno Rodríguez, reiterar, sin
esfuerzo adicional alguno, un buen racimo de recurrentes razones por las cuales,
minutos después, 191 países volverían a cerrar fila, junto a Cuba, seguros de
que lo importante es el desmonte total, ya, del bloqueo: más que los discursos, las declaraciones de
prensa o que el leve giro en el voto por parte de cierta delegación.
No menos aislado que las 24 ocasiones en que "se alzó" contra la voluntad mundial, Washington no puede tapar con el mismo dedo
dictatorial de siempre, hoy, la luz del Sol que nunca quiso ver, expresada en todas
las voces que siguieron ponderando, allí, la obra humanitaria de Cuba (dentro y
fuera), reprochando los daños causados por el bloqueo, pidiendo su fin y hasta
coincidiendo con Bruno cuando llamó a que sean los hechos los que juzguen.
Ellos —los irrefutables hechos— han hablado por sí mismos y siguen hablando, a pesar del colorete con que la Casa Blanca pretende rejuvenecer (¡Cuidado, juventud¡) una política demasiado arrugada ya, mediante discursos, directivas, subversión.
Si lo ignora el imperio, sí queda clarito,
clarito para todos los cubanos que, con las mismas razones de Bruno, han subido
durante estos días al podio, igualmente cristalino, de escuelas, hospitales,
fábricas, industrias, entidades agrícolas...
¿Quiénes? Los citrícultores perjudicados por
la enfermedad del huanglongbing que prácticamente liquidó la naranja, el limón y
la toronja; Domingo Escalante Pérez, director de Inversiones y Desarrollo en la
empresa agroindustrial Ceballos, afectada por acceso a tecnologías y créditos
internacionales; el campesino pecuario Arturo Chinea, de Tamarindo, víctima
también de un bloqueo que “se mantiene igual, pues siguen las sanciones a
bancos por efectuar transacciones con Cuba”; los médicos supliendo con pasión
la falta de medicamentos, las avileñas que colmaron el Parque Martí y plazas en
todos los municipios para ponerle rostro,desde casa, a la hostil política
apuntalada por diez administraciones estadounidenses...
Con Bruno, hablaron los economistas avileños,
conscientes de cuánto viola ese bloqueo los mismos derechos humanos que Cuba
jamás ha vulnerado (aunque Samantha se empecine en hacer creer que sí); los
muchachos de la enseñanza media, dispuestos a parir más maestros desde sus
aulas (en acción desbloqueadora) o el pelotero Yorelvis Charles, citando trabas
malparidas contra nuestro deporte desde el mismo imperio que protege a los terroristas
confesos del sabotaje contra la nave cubana, cerca de Barbados.
Hablaron, en fin, todas y todos los que no
conocen esa paliativa abstención (dudosa zona de “duda”), hacia donde migran
quienes pretenden escapar ilesos de lo inevitablemente arrollador.