miércoles, agosto 05, 2015
Contra la grosería... CIEN PUNTOS
Bastante se
habla en medios de prensa, reuniones y otros escenarios, acerca de los peligros
de un consumo cultural que a veces indigesta culturalmente, así como de la calco-maníaca
proliferación de productos, modales, formas de expresión y de comportamiento más
cercanos al irrespeto, a la grosería y al mal gusto, que a valores sedimentados
durante siglos, de familia a familia, de generación a generación.
Por cierto,
al menos teórica o conceptualmente, casi todo el mundo coincide en la urgencia
de ponerles coto ya a tales manifestaciones. El problema parece estar más en
cómo lograrlo.
Todo indica
que para el administrador de La Piscina (pintoresca y multi-concurrida
instalación recreativa en Bolivia) el modo de enfrentar y resolver ese asunto
está un poco más claro.
Vayamos por
un instante hacia allí. Decenas de bañistas, niños en su mayoría, gozan (así,
literalmente) dentro del agua. Otras personas conversan animadamente bajo las
sombrillas. Empeñados en ganar, por parejas, hay quienes se baten sobre el
tablero del dominó. No faltan, desde luego, los que saborean una cerveza, algún
entremés o platos elaborados allí mismo, en un criollo ranchón. Y, a la par de
esas y de otras opciones… la música.
¿La música?
¿Qué música?
Tal vez
creyó el dueño de los equipos de audio —y por lo visto dueño también del gusto popular—
que, en medio de su febril ajetreo, el fino tímpano de Palomino (así llama todo
el mundo al inquieto y querido administrador) no escucharía las groserías de
marca mayor que vomitaban los bafles, grabadas vaya usted a saber en qué
desconocido y oscuro “estudio”.
“Disculpen
un instante” –se excusó, educadamente Palomino. Y en un pestañazo se ubicó frente
al operador.
Una simple,
serena, pero tajante frase bastó para salvar el prestigio del lugar, la
candidez de los niños, la intranquilidad de padres y abuelos, el derecho de la
cultura cubana a su verdadera salud:
— Recoges
ahora mismo y te vas ya. Aquí no aceptamos esa… música.
Mi colega
Héctor Paz suspiró, no solo aliviado sino también orgulloso. Un segmento de
otra música —música de verdad— acudió de inmediato a mi memoria: ¿Quién dice
que todo está perdido...?
Y mientras
más kilómetros dejaba atrás, con su habitual prudencia, el noble Subaru del periódico
Invasor, más convencidos estábamos de que, hasta el más riguroso tribunal le
habría concedido Cien puntos a la sencillez con que el administrador de La
Piscina sacó de sus cloradas aguas ese mal gusto que a veces dejamos nadar a
toda vela.
Comments:
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Sí, hacen falta, pero allí Palomino era la autoridad inapelable. ¿Qué hacemos en una guagua, donde el chofer siente que tiene la autoridad y nos impone esa... "música" a todo volumen? ¿Y qué hacemos con los policías que se montan en la guagua y no le dicen nada a ese chofer y ni se inmutan ante el ruido ensordecedor de esa "música" que incluso impide conversar a menos que uno quiera hablar a grito pelado?
100 puntos para ese sr. Cuba es un pais de musica desde q llego Colon para que un tonto-retrasado se aparezca con esa groseria en un lugar publico. A Palomino, captenlo urgentemente para el Ministerio de Cultura.
Leonel Torres
Leonel Torres
Pastor, si Ud. solamente publica los comentarios que acarician los oídos de una parte de las autoridades cubanas, no está para nada atacando el problema. YO soy quien escribió el comentario sobre la inacción de la policía y la música, o esa porquería que dien que es música, en las guaguas. Pero no ha sido posteado. ¿Qué pasa? ¿No se puede criticar la inacción de la PNR? Censurando las voces que denuncian los problemas, éstos no se resuelven. Yo amo a Cuba, y soy de izquierda, es más, soy comunista de corazón, aunque no tenga el carnet. Pero las cosas que suceden en la cotidianidad cubana, que no deben pasar, las digo donde sea. Quizás por eso nunca me dieron un viaje o algo así. Ahora, aunque estoy fuera de Cuba, sigo amando a mi isla, quizás más que nunca. Piense en esto. Un saludo.
No, amigo Karelius, no solo publico en mi página personal comentarios que acarician oídos de una parte de las autoridades cubanas (como dices en tu segundo mensaje). Dueño de mi blog pongo en él lo que decido yo, sin consultar ni congraciarme con nadie. Puedes estar completamente seguro de eso. Sucedió que, por razones familiares y personales -que atentaron contra mi tiempo- no pude revisar antes el buzón. Ah hacerlo, hace apenas unos minutos, vi tu comentario. Y ahí está. Gracias por tu opinión. Aunque "le echas" solamente a la policía, coincido contigo en el pésimo gusto de esa música que pone cualquier persona en cualquier lugar (incluidas las guaguas). Ciertamente, funcionarios o trabajadores del orden público, inspectores y otros funcionarios debieran tener una actuación más enérgica. Y también nosotros todos. Me refiero a ciudadanos que queremos preservar la buena música y la cultura de nuestro pueblo contra la grosería que tanto daño está haciendo. Gracias, otra vez.
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