lunes, enero 19, 2015
FUE LEONELA QUIEN DERROTÓ AL CÁNCER
No la conocí en persona. Pero sí viví el alcance de su grandeza pedagógica y humana. Ya no puedo decírselo al oído. La muerte se adelantó al atraso que ahora lamentaremos todos los que nunca coincidimos con ella en algún punto de esta geografía nuestra, aquí en Cuba, en otras tierras del mundo.

Y yo sí pude –gracias al noble oficio del periodismo- constatar en la hermana República Bolivariana de Venezuela (año 2004) la gratitud reflejada en rostros, derramada en lágrimas, convertida en letras, en signos, en convicciones, en luz… sin distinción de edades, de sexo, de procedencia, de territorialidades.
El insuperable lente de Franklin Reyes (a quien la muerte nos
arrebató sin escrúpulo recientemente) congeló para la posteridad cientos de
instantes con puro néctar de Leonela Relys.
Entre todos esos momentos, afloran a mi mente las imágenes
del niño caraqueño Ronald Michel Cedeño, accediendo al conocimiento a pesar de
no tener manos ni pies; el rostro agradecido de los nativos Wayúu en Casusain,
Alta Guajira (Zulia); los habitantes de la Isla Borracha (en Anzoátegui),
la humildad en Llano del Hato, en pleno entorno andino, la bondad de Pastor
Antonio Acosta (alfabetizándose a los 104 años de edad), el interés de reclusos
sosteniendo en centros de reeducación el lápiz que nunca antes tuvieron en sus
manos…
Acerca de todo ello, y más, me hubiera gustado hablarle un día a Leonela.
Y ahora me pregunto ¿Acaso no lo sabía ella? Claro que sí. Lo vivió en pupila y latido propios. Lo conoció también por tierna y obligada retroalimentación en torno a una experiencia personal suya que empezó a estremecer un buen día cimientos dormidos más allá de este continente y que no dejará ya de sacudir multitudes con pleno derecho a una luz tan necesaria y poderosa como la que emite el Sol… la del conocimiento.
El cáncer, el maldito e implacable cáncer, le cerró los ojos a nuestra tierna e inmensa Leonela. Pareciera infeliz revancha del “destino” contra quien había matado de raíz otro tipo de cáncer: el de la ignorancia en que permanecían sumidos más de 8 millones 200 mil seres humanos en 30 naciones del planeta.
martes, enero 06, 2015
FERNANDO ES CUBA
Mi primera reacción es detener la marcha, situar el auto fuera de la circunvalación sur camagüeyana y revisar dentro de él. Una sensación de náuseas me sobreviene de inmediato. Mi SOSpecha es cierta. La carpeta de trabajo había quedado, hacía más de una hora, donde mismo la coloqué “solo por unos segundos” allá en Ciego de Ávila, encima de un automóvil estacionado frente al edificio 34 en el reparto Vista Hermosa.
“Excelente inicio de año” –es todo cuanto atino a comentar irónicamente
con Osvaldo Sánchez, periodista del sistema informativo de la Televisión Cubana,
quien me acompaña en viaje hacia el oriente cubano.
Y girando completamente hacia la cabecera provincial
agramontina, en busca de un teléfono, le cuento: “La carpeta no contiene dinero
centavo, pero compadre, ahí está mi billetera con todos los documentos
personales de identificación, licencia de conducción, agenda de apuntes,
libreta de teléfonos y direcciones, tarjeta magnética de combustible privado,
dos memorias flash, la cámara fotográfica de trabajo, el cable para descarga
imágenes hacia la computadora… En fin, prefiero que me trague la tierra antes
que perder esas cosas.”
Osvaldo no habla. Quizás prefiere largar en un suspiro su
compadecida solidaridad.
Ciego de Ávila. Acostumbrado a oxigenarse con la fresca
brisa de la alborada, Fernando Hernández disfruta la tranquilidad que transpira
esa parte de la ciudad. Un detalle llama súbitamente su atención. Apoyada en la
base del parabrisas de un blanco automóvil yace una carpeta de color azul
claro. ¿A quién puede habérsele quedado? –se pregunta, y sin perder un minuto
la toma en sus manos.
“Es posible que antes de irse, el esposo de la vecina que
vive en el cuarto piso haya puesto ahí su carpeta y olvidara volver a recogerla”.
Tales dudas –totalmente atinadas- cobrarían mayores
posibilidades de acierto al abrir el broche y ver dentro la agenda, cámara,
lapiceros…
Con una mezcla de sorpresa y de gratitud la tierna voz de
una mujer llamada Reina Torres confirmaría minutos después la procedencia de
aquel hallazgo.
El suspiro de Fernando deviene nítida expresión de ese
alivio humilde y natural que solo anida en los seres portadoras del divino gen
asociado a la sensibilidad humana.
Como él, cientos de personas habrían indagado y buscado la
forma de devolver la valija encontrada. A ras de vuelo acude ahora a mi memoria
el caso de Zacarías Profeta Concepción Velázquez: humilde barrendero de Las
Tunas que devolvió una cartera con amplia suma de dinero en divisa, tarjetas
magnéticas y otras “tentaciones” dentro. Algo parecido hizo después Ernesto
Peña Leyva, fotógrafo del rotativo 26…
Mis documentos y pertenencias pudieron ser vistos por un ojo
miope de sentimientos pero con sobrada óptica para la apropiación y/o reventa
de lo ajeno. Mas no ocurrió así. Personas como Fernando, capaces de ofrecer a
cambio de nada o de un simple “gracias” su corazón, me hacen disentir cada vez
más de “quien dice que todo está perdido”.
Por eso esta noche él dormirá con la satisfacción de haber
hecho lo que aprendió de sus ya fallecidos padres y abuelos, en tanto yo lo
haré con el cubanísimo deseo de volver cuanto antes a Ciego de Ávila para darle
a Fernando el abrazo que no cabe ni en la mayor carpeta del mundo.
viernes, enero 02, 2015
CUBA EN EL PINCEL DE GERARDO
Sigue -permanente, irremediable y genialmente- Cuba en el pincel de Gerardo Hernández Nordelo.
Lo confirma su más reciente propuesta gráfica: esa postal de felicitación que irradia y esparce cubanísima alegría y optimismo por doquier.
Está en las redes, en Cubaperiodistas (sitio del gremio de la prensa cubana), en buzones... en la gratitud de cientos, miles de destinatarios electrónicos o navegantes ciberespaciales.
Como puede notarse, se trata de una guitarra, cuyas cuerdas, "brazo" y clavijas forman una ondulante S en forma de bandera cubana.
Es, esta sencilla pero oportuna y trascendente obra, expresión de un fino talento: inmune durante más de 16 años frente a las ingratitudes físicas y espirituales de un encierro probadamente injusto y brutal por parte de la justicia norteamericana.
A pesar de ello, Gerardo no dejó de sorprender a Cuba y al mundo entero durante todo ese tiempo, mediante excelentes caricaturas acerca de importantes temas, sucesos y procesos acaecidos en su país y en otras zonas del planeta.
Esa es también indiscutible muestra de la grandeza humana y artística que acompaña a su dimensión patriótica y política.