domingo, noviembre 30, 2014

 

LO BUENO SE QUEDA, LO MALO SE VA

Si el guarapo gusta, refresca y es saludable, lo más sensato es producirlo allí donde la caña invita

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A veces tengo la impresión de que con el guarapo de la caña de azúcar sucede como con otras muchas cosas, potencialmente más aprovechables a todo lo largo y ancho de Cuba.


Sin ánimo de publicidades, un buen vaso de guarapo frío le viene siempre como fresco anillo a la sofocación del cuerpo, sobre todo en momentos cuando la temperatura se empeña en exprimir los líquidos del organismo.


Algunos tienen la posibilidad de “apurarse y apurar” ese benigno jugo, allí mismo, a la vuelta de la esquina donde viven. Verdadero privilegio. Otros, aún cuando en la zona se asientan reverdecidas plantaciones de la gramínea, no tienen igual “suerte”. Inconcebible.


Fácil de extraer, mediante el sencillo empleo de un pequeño trapiche, el guarapo es una bebida típica de nuestro país, refrescante, que energiza, puede ayudar a la hidratación y, de acuerdo con la literatura, aporta incluso vitaminas y nutrientes tales como fósforo, calcio, hierro, magnesio y potasio.


Hay quienes, tal vez por desconocimiento, prefieren ingerir uno de esos refrescos que algunas personas suelen definir como “plásticos”, artificial o industrialmente saborizados, en los que el componente químico puede incluso introducir “ruidos” para la salud.


Por su carácter natural, el guarapo siempre será mucho más bienvenido al organismo, con excepción de los diabéticos: cuya precaución con los azúcares no deben descuidar.


Sé de muchas personas que, como alternativa frente a la ausencia de jugo de frutas naturales, apelan a ese obsequio líquido que ofrece nuestra caña. 


Muchas veces me he preguntado, incluso, cuánta curiosidad, interés y satisfacción despertará el guarapo, más allá del paladar de quienes visitan el país, procedentes de otras latitudes, sin  experiencia o antecedente alguno acerca de la caña de azúcar (Saccharum officinarum), de sus derivados y de su “jugo”. 


No por casualidad, trabajadores insertados en modalidades de actividad por cuenta propia y cooperativas productivas mantienen funcionando guaraperas en ciudades, pueblos, asentamientos y carreteras.


Pérdidas, no deben dejar esas pequeñas instalaciones. Trabajo, claro que llevan. Higiene, todas requieren. Calidad en el producto y buen trato, es lo que todo cliente espera y merece. Caña hay… y hasta los incitantes acordes de esa criolla melodía llamada a seguir endulzando las raíces de nuestra cubanía: “Toma guarapo por la madrugá, lo bueno se queda lo malo se va”.


Quédese, pues, el buen guarapo entre nosotros y váyase lo malo que impida hoy  una mayor presencia de él en los lugares donde no debiera faltar.







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