sábado, mayo 31, 2014

 

CON LA INFANCIA EN BRAZOS


Este primero de junio voy a hacer lo que hago todos los días, pero con más fueza y pasión aún: cargaré en mis brazos, acariciaré, besaré, acomodaré cual jinete sobre mi cuello y llenaré, en fin, de fantasías y de real cariño no solo a Kalley Samira, mi vecinita, o a Dayanara o a la Chinita hija de Benicio... sino a cuantas niñas y niños encuentre a mi paso...  sencillamente porque es el Día de la Infancia.   

Lo importante, sin embargo, es no hacerlo únicamente este 1 de junio, sino al siguiente amanecer, después, siempre, en cada uno de los peldaños que cada 24 años cincela el calendario, como siempre me ha ocurrido.

Las niñas y los niños merecen eso y mucho más, cada minuto. ¿Acaso hay algo más importante en la vida? 

Placer inmenso en mío y el de millones de padres, tíos y abuelos es vivir en este país, donde faltan muchas cosas materiales, es cierto, pero en materia de derechos -y especialmente derechos de la niñez- pocas naciones del mundo pueden mostrar realidades tan palpables y alentadoras como las nuestras. 


No lo digo yo; lo reiteran constantemente quienes nos visitan y en particular representantes de organismos internacionales. 

No hablaré más. Es mi archivo el que ahora arde en deseos de hacerlo.

 Solo "halaré" dos o tres imágenes. Miles pudieran ocupar espacio en este pequeño recodo de blog personal, donde nunca faltarán  la sonrisa  y el aliento de las niñas y los niños.



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