martes, abril 01, 2014
FERNANDO ENTRE NOSOTROS
Han transcurrido las horas, pero la imagen, el recuerdo y la emoción continúan dando vueltas por la cabeza y por todo el cuerpo.
Nadie organizó nada. Fue una verdadera y agradable sorpresa que al subir
por la escalera hacia la segunda planta del Palacio de las Convenciones
Fernando González LLort estuviera allí, vestido de impecable y bien cubana
guayabera blanca. Junto a él, su adorada Rosa Aurora, René González, Olga
Salanueva… Todos aguardaban por el inicio de la Primera sesión
extraordinaria de la Octava
legislatura de la
Asamblea Nacional del Poder Popular.
No sé si fue el diputado tunero Alcímar Demetrio Peña, quien primero me
pidió le hiciera una foto junto al Héroe antiterrorista cubano, recién liberado
del injusto confinamiento en que permaneció durante 17 años y 9 meses, allá, en
cárceles norteamericanas.
Lo cierto es que en un abrir y cerrar de ojos sobrevinieron numerosas
peticiones, aceptadas en todos los casos por Fernando, con una sonrisa a flor
de labios y una sencillez verdaderamente impresionante.
Interesados en estrecharle la mano y conservar un recuerdo gráfico de
aquel trascendental momento, colegas de la televisión se acercaron a él.
También lo hizo la presidenta de la
UPEC santiaguera Lourdes Palau, las jóvenes Leticia Martínez
Hernández y Yaíma Puig Meneses, Ivón
Albelo y hasta Tubal Páez Hernández, quien dirigió hasta julio pasado los
seguros pasos de nuestro gremio en la nación.
Cuántos cubanos hubieran deseado estar allí en aquel instante, saludar a
ese Gigante (como tan genial y acertadamente lo calificó Gerardo Hernández),
sentir el firme apretón de su inclaudicable mano, envolverlo en un abrazo,
transfundirle aliento o recibir por intermedio de su voz esa inyección que todos
necesitamos –aún más- para seguir emprendiendo acciones eficaces que conduzcan
al regreso, cuanto antes, de Gerardo, Tony y Ramón.
Fernando, en fin, estaba y estuvo allí, en el Palacio de las
Convenciones. Pero su proverbial modestia lo hizo estar también entre
“nosotros”: quienes tuvimos el privilegio de abrazarlo en nombre de todos los
trabajadores de la prensa y del pueblo cubanos.
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Felicidades a quienes tuvieron el privilegio de poder abrazarlo. Cuánto me hubiera gustado poder hacerlo. Sé que es tan modesto y lo admiro tanto que espero un día poder encontrármelo para decirle cuánta alegría me trajo su llegada.
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