lunes, junio 20, 2011

 

ENTRAÑABLEMENTE

Ahora no podría determinar quién me envió los párrafos que sitúo a continuación, textualmente. Sólo sé que amanecieron este lunes en mi buzón y que en su conjunto evocan el amor de padre.

Nunca es tarde (dentro de los 365 días de cada año) para reconocer esa gran verdad. Por eso aquí van: a la medida de todo Papá verdadero y de todo Hijo agradecido.



ENTRAÑABLE

Es apenas un domingo al año, papá. Una jornada efímera impuesta de convencionalismos. ¡Pero, si tú supieras cuánto la aguardamos y disfrutamos! ¡Si tú imaginaras con qué placer y pasión la asumimos!

Una cana en tú sien, un lamparón de sudor, una mirada de cariño, un regaño oportuno, apuntalan tú presencia como horcón de la casa. No podemos prescindir de ti papá. Y creemos que tú tampoco de nosotros.

A fuerza de quererte cada día, casi ni no nos damos cuenta del diarismo del querer. Pero siempre un detalle salva el anonimato: traerte las chancletas, alcanzarte un vaso de agua, pedirte dinero prestado, ir en contra tuya en la pelota…

Definitivamente, papá, son bagatelas trascendentes. Nos punzan con su ternura la parte izquierda del pecho. Su grandeza desborda espacios y tiempos. Y las invalida para endosarlas en la perecedera levedad de un domingo.

Y si reventamos de orgullo cuando dicen que somos tu retrato; y si intentamos clonar hasta el más mínimo de tus gestos; y si conservamos como tesoros cada una de tus enseñazas, es papá, porque tú te erigiste en paradigma.

Son detalles, sutilezas que casi nunca se promulgan ni se desempolvan. Yacen en el relicario del amor filial como gemas, como símbolos.

Solo que es el día de los Padres. Y hay que decírtelo papá:

FELICIDADES.

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