viernes, julio 16, 2010
CUBANOS EN FELIZ APNEA

El primer y muy bienvenido “corte de aliento” fue la noticia en sí misma. Eso es: saber que el Comandante de todos los cubanos visitó el Acuario, que se le ve alegre, con el optimismo de siempre, bien de salud…
Estupendo regalo, por cierto, a la mejilla de quienes intentaron borrarlo físicamente más de 600 veces.
El segundo motivo como para quedar levitando, sin respirar, es “verlo” allí, disfrutando ese espectáculo que si hoy está considerado “exclusivo de su tipo en el planeta”, es porque precisamente Cuba tiene algo irrepetible también en todo el globo terráqueo: a Fidel.
Quién no lo sabe: sin lo que inició él, mucho antes de 1959, las actuales generaciones de cubanos hubiéramos tenido que decir “adiós” a delfines, aguas, vida, futuro, esperanzas y realidades de hoy.
Por eso el país vibra a bordo de la referida información.
Y pensar que, por exprimirle la savia hasta el sexagésimo segundo de cada minuto (a lo largo de toda su existencia), nunca pudo nuestro Comandante sentarse así, tranquilamente allí, a apreciar la inteligencia de una fauna marina por cuyo derecho a vivir él sigue alertando, frente a la irracionalidad de quienes sitúan al mundo (especie humana, vida, medio ambiente…) al borde de una hecatombe. Y todo ello porque tienen un cerebro tal vez racionalmente inferior al de los peces.

Y aún más: ¿Quién niega que en la cortesía de esos impresionantes animales (al hacer aros de burbujas y erguirse de cabeza ante Fidel) estuvo la más simbólica reverencia de toda Cuba y del mundo entero?
No hay duda, como apuntó el Comandante, de que ese espectáculo bajo el agua es un magnífico obsequio para alguien por quien se sienta especial consideración.
…pero el mejor de todos los obsequios fue su presencia frente a esa ventana de acrílico, a través de cuyos siete metros de alto y 14 de ancho cupieron y se sintieron representadas otra vez, en una sola, todas las miradas sensatas del planeta y las más nobles esperanzas del mundo.