martes, noviembre 03, 2009

 

LO PERPETUO ES TU ALIENTO

Imposible imaginar -con exactitud- la intensidad del dolor, el desgarramiento dentro de Gerardo Hernández.

Carmen Nordelo Tejera, su querida madre, ha fallecido víctima de una penosa enfermedad, menos prolongada que la soberbia imperial de quienes mutilaron su más tierna esperanza: sentir -aquí, otra vez y para siempre- el beso del hijo, su mano entre la suya, la respiración quemándole el regazo y devolviéndole años de terrible diálogo con el silencio.

No perdamos tiempo buscando la palabra exacta para definir la esencia de estas horas al sur de los barrotes. Solo él (o acaso ni él mismo) lo sabe.

Dos cadenas perpetuas y 15 años. Así, tranquilamente, sancionó la justicia norteamericana a la pureza, humana y jurídicamente impecable, de Gerardo. ¿Su delito?: amar la vida y quitarle el antifaz al terrorismo para proteger sonrisas con idéntico derecho 90 millas al sur de territorio estadounidense que a esa misma distancia de Cuba en rumbo norte.

Con más de once años de angustiosa punzada pecho adentro y sentencia de dolor a total perpetuidad, "nos deja" Carmen, acaso preguntándose por qué tanta brutalidad contra la luz, desde el poder brutal.

Millones de cubanos y una ola mundial de sentimientos acompañaron su cadáver en este tibio noviembre, pero faltó (solo en materia) el principal retoño: Gerardo.

No pudo impedir la “ultrasegura seguridad” carcelaria norteamericana que, a la vez, millones de cubanos y un tsunami humano de alcance planetario llegaran hasta la celda del Héroe absurda e injustamente confinado… aunque faltó (solo en los físicos límites de lo material) eso que no se ha apartado un segundo ni se apartará jamás de Gerardo: la presencia indispensable de Carmen, su Mamucha; convertida en beso, hecha aliento perpetuo.

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