sábado, septiembre 20, 2008
MÁS FUERTES QUE LOS HURACANES
Ike pasará a la historia de la provincia donde vivo (Las Tunas) con la triste celebridad del huracán que más daños ha causado sobre este territorio en casi medio siglo.
La saña de sus fuertes vientos dejó un desastroso saldo para casi la mitad del fondo habitacional tunero, al afectar a más de 80 000 viviendas (14 774 de ellas derrumbadas totalmente), además de 783 instalaciones sociales, 1 552 de carácter económico, más de 300 kilómetros de redes eléctricas, 10 552 teléfonos, más de 1 000 caballerías de cultivos, 37 000 hectáreas de bosques…
Pero ni ese destrozo al por mayor, ni las calamidades asociadas a él han podido doblegar la tenacidad de miles de familias.
Municipios como los de Jesús Menéndez y Puerto Padre (con el 83 y el 77 por ciento, respectivamente, de sus viviendas perjudicadas) se sobreponen a penurias tales como la ausencia de fluido eléctrico durante varios días, insuficiente abasto de agua, vicisitudes para la cocción de alimentos…
Para atenuar esa adversa situación, la provincia organizó rápidamente puntos donde se expende comida elaborada, se incrementa la distribución de combustible doméstico, entran en acción alternativas para garantizar cada día el pan (aún cuando, de inicio, quedaron inhabilitadas 51 de las 79 panaderías con que cuenta el territorio), avanza la rehabilitación de redes eléctricas y telefónicas, se instalan nuevos grupos electrógenos para asegurar el bombeo de agua potable…
A la rápida respuesta familiar y de la propia provincia (sobre la base de sus limitados recursos) se ha unido el creciente apoyo de otras provincias y de ministerios, con el fin de agilizar la recuperación y retornar en el más breve plazo a la normalidad.
Y ese propósito se va logrando. Lo demuestra el semblante de calles, parques e instalaciones, el rostro de las personas y, sobre todo, la esperanza –nunca perdida- de todas esas familias damnificadas que confían en el alcance humano de un proyecto mucho más fuerte que todos los huracanes.
La saña de sus fuertes vientos dejó un desastroso saldo para casi la mitad del fondo habitacional tunero, al afectar a más de 80 000 viviendas (14 774 de ellas derrumbadas totalmente), además de 783 instalaciones sociales, 1 552 de carácter económico, más de 300 kilómetros de redes eléctricas, 10 552 teléfonos, más de 1 000 caballerías de cultivos, 37 000 hectáreas de bosques…
Pero ni ese destrozo al por mayor, ni las calamidades asociadas a él han podido doblegar la tenacidad de miles de familias.Municipios como los de Jesús Menéndez y Puerto Padre (con el 83 y el 77 por ciento, respectivamente, de sus viviendas perjudicadas) se sobreponen a penurias tales como la ausencia de fluido eléctrico durante varios días, insuficiente abasto de agua, vicisitudes para la cocción de alimentos…
Para atenuar esa adversa situación, la provincia organizó rápidamente puntos donde se expende comida elaborada, se incrementa la distribución de combustible doméstico, entran en acción alternativas para garantizar cada día el pan (aún cuando, de inicio, quedaron inhabilitadas 51 de las 79 panaderías con que cuenta el territorio), avanza la rehabilitación de redes eléctricas y telefónicas, se instalan nuevos grupos electrógenos para asegurar el bombeo de agua potable…
A la rápida respuesta familiar y de la propia provincia (sobre la base de sus limitados recursos) se ha unido el creciente apoyo de otras provincias y de ministerios, con el fin de agilizar la recuperación y retornar en el más breve plazo a la normalidad.
Y ese propósito se va logrando. Lo demuestra el semblante de calles, parques e instalaciones, el rostro de las personas y, sobre todo, la esperanza –nunca perdida- de todas esas familias damnificadas que confían en el alcance humano de un proyecto mucho más fuerte que todos los huracanes.
# posted by Pastor Batista Valdés @ 9:45 p. m. 
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