miércoles, diciembre 27, 2006

 

DAVID EN EL CAMINO

David Díaz Celestino nunca había sentido tal cansancio. Por momentos pensaba que los brazos se les desprenderían y que las piernas no soportarían el enorme peso del cuerpo, acaso multiplicado varias veces.


El entusiasmo con que semanas antes había iniciado su vida como “retranquero”, en la actividad ferrocarrilera del central Jesús Menéndez, palidecía. Horas y más horas de intensa labor no eran asunto de juegos.

A menudo, cuando el sol le sacaba “más sudor del cuerpo que guarapo a caña en trapiche”, recordaba los consejos de su mamá. Por no escucharla, había dejado los estudios en décimo grado para pasar un curso de obrero calificado en radio y televisión. Pronto había renunciado a esa labor para desafiar los rigores del retranquero...

“Pero el asunto no terminó ahí —relata hoy con una simbiosis de humor, lección y sabiduría en el rostro— Fui llamado a cumplir el servicio militar. No te niego que aprendí mucho, pero, ¡caramba!, jamás olvidaré las horas de vigilia, los recorridos, la lluvia, las picadas de los mosquitos y jejenes...

“Después que me desmovilizaron estuve como un año desvinculado de todo: del estudio, del trabajo. No sé qué habría pasado conmigo si no surgen estos cursos integrales de superación para jóvenes. Por suerte hice lo mejor: me incorporé a la sede que hay en la escuela 28 de Enero. Me va muy bien. Llevo calificación de 100 puntos.

“Te cuento más: en mi otra etapa de estudiante nunca tuve cargos. Ahora soy el presidente de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media y tengo total claridad de lo que hago y de lo que deseo: terminaré el grado 12 y continuaré estudiando.

“Hace poco vi cómo a mi director se le humedecieron los ojos y eso me estremeció. El solamente me contaba la alegría que sintió al ver formándose como tecnólogo de la salud, en la universidad, a un muchacho que también estuvo en este curso integral y que anteriormente pasaba todo el día arando la tierra, detrás de una yunta de bueyes. No es que ese trabajo sea indigno; todo lo contrario. Pero ese joven puede ser mucho más útil ahora.”

— Específicamente a ti, ¿de qué te sirvió haber abandonado los estudios en décimo grado aquella vez?

“De nada: solo me sirvió para sacar conclusiones, para saber que con el tiempo uno comprende los errores que a veces comete, y para percatarme de cuánta razón tenía mi madre, quien ahora es la mujer más feliz del mundo al verme en este curso de superación integral.”

— ¿A los más jóvenes que tú, qué les recomendarías?

“Que aprovechen al máximo el tiempo, que jamás cometan la equivocación de dejar el estudio o el trabajo. Pero, si aún así, cayeran en ese error, entonces les digo, por experiencia personal, que nunca es tarde para comenzar otra vez y para retomar el camino correcto, tal y como he hecho yo gracias a esta nueva posibilidad que nos ha dado el Comandante en Jefe Fidel Castro.”

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(Foto de Yunior García, camarógrafo de la TV)

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