miércoles, diciembre 27, 2006

 

AMOR SIN LÍMITES


Quien acceda a la foto de esta pequeña niña, tal vez piense que aprovecho la ocasión para poner en órbita a mi hija (no), o a mi nieta (tampoco), o acaso a una sobrinita (de ningún modo)...

Si yo añadiera que, cuando temprano en la mañana ella me regala un beso soy el hombre más capaz, fuerte y feliz de la Tierra, usted seguramente pensará que bromeo y que, en efecto, es mi pequeña hija.

... mucho más, si le cuento que en las noches, tras regresar a casa exhausto del trabajo, esa “damita” me evapora todo vestigio de cansancio dibujando mi rostro con sus pequeños dedos, o cuando busca dos muñecos (el oso Yogui para ella y el Limón Pimpi para mí), o cuando se tiende en la cama y me reclama con sus brazos para que me acueste a su lado e inunde la habitación de animalitos del bosque traídos a bordo de ese cuento interminable...

Y, aún así, le reitero a Usted que –al menos sanguínea o carnalmente- no es mi hija, ni mi nieta, aunque en dimensiones de cariño verdadero ella es eso y mucho más.

Es fuente de aliento, de inspiración, de compromiso, de dicha, de confianza en el futuro y de defensa irrenunciable de este: mi país.

Sólo que esa “locura” no me envuelve únicamente a mí.

Miles y miles de personas adultas en Cuba sienten por la niña o por el niño que vive “al lado” ese amor sin límite que tanto llama la atención de quienes visitan este Archipiélago.

¿Será que hay sociedades donde –como las puertas- el cariño y la sensibilidad naturales del ser humano tienen ante sí un cerrojo?

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