viernes, noviembre 17, 2006

 

PRESENCIA ETERNA

Esta tarde, 17 de noviembre, la Sala Francisco de Miranda, en el caraqueño Parque del Este, se tornará “colmena humana”, cuando personas de todas las edades se den cita allí, para asistir al Acto de entrega del III Premio Nacional del Libro 2005, en el contexto de la II Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN 2006).

En mi buzón electrónico hay un mensaje de cordial invitación para asistir a ese emotivo instante. También mi entrañable amigo Franklin Reyes (joven fotorreportero del periódico Juventud Rebelde) recibió igual correo.

Honor inmenso para ambos.

La invitación se sustenta en que allí será presentado oficialmente el título Misión Robinson, Yo Sí Puedo, premiado en cinco categorías: Libro de testimonios, Libro para la educación especial, Libro objeto de arte, libro Institucional y Libro sin valor comercial.

Varios mensajes, enviados en los últimos meses por amigos venezolanos que tuvieron a su cargo la materialización del libro (idea original del Presidente Hugo Rafael Chávez), consignan el infinito agradecimiento de Venezuela por la contribución que Franklin y yo hicimos en función de ese proyecto.

Hablan de aproximadamente el 80 por ciento de las imágenes a cargo del lente de Franklin y la mitad de los textos escritos por mí.



La gratitud, en cambio, será siempre nuestra. Han transcurrido dos años desde los días en que, alternando nuestra labor como enviados especiales de la prensa escrita cubana, escalamos los cerros de Caracas, el Páramo Andino, sorteamos las islas e islotes de Puerto la Cruz, recorrimos el Zulia, intercambiamos con los habitantes de comunidades de pueblos originarios… y aún nos parece ínfimo el aporte personal, frente a la grandeza de la obra humana que lleva adelante la revolución bolivariana, para darle a cada ser humano toda la luz ¡Y MÁS!

Claro que nos hubiera gustado (a ambos) ser dos abejas físicas más en la gigantesca colmena de esta tarde, allá en el Parque del Este.

Error de quien nos imagine ausentes.

Tengo la seguridad de que estaremos en la sí indispensable presencia y en la alegría del pequeño niño Rónald Michel Cedeño Márquez, quien sin brazos ni piernas se empeñaba en alcanzar el sexto grado en Caracas, en una aula de la Misión Robinson; en el zuliano que con 104 años era de los primeros aferrados a su pupitre; en Rosa Margarita, pescadora y alumna a los 67 años allá en Isla Borracha, en Celina González: por vez primera con un lápiz en sus manos allá en la comunidad Wayúu de Casusain, en la Alta Guajira…

En ellos y en el Gobierno Bolivariano se condensa todo mérito real.

En ellos está toda la verdad.

Nosotros solo tomamos pequeños trozos de esa realidad, para llevarla al papel, para hacerla volar y llegar hasta otras tierras (como ahora hace con este libro, en fraternal gesto, el Presidente Venezolano), para que no muera una obra llamada a llenar de luz a todo el continente… y más allá.


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(Gracias, una vez más, Franklin, por la foto que ilustra este trabajo)

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