miércoles, abril 19, 2006

 

TESON frente a lo adverso


Esta imagen, tomada hace algunos meses, ilustra un fenómeno que comienza a manifestarse otra vez en esta provincia donde vivo (Las Tunas), unos 670 kilómetros al este de la capital cubana.

La sequía se empeña en continuar enseñando sus dientes y pezuñas.

La escasez de lluvias, el descenso en el nivel de los embalses y el agotamiento de más de un centenar y medio de fuentes, vuelven a ocasionar estragos.

Como consecuencia de ello, alrededor de 139 mil personas, residentes en 357 comunidades de áreas urbanas y rurales, están recibiendo el agua sobre ruedas, mediante el empleo de cisternas o “pipas”.

¿Cómo es posible? —seguramente se preguntarían con asombro muchas personas en este mismo mundo, donde millones de seres humanos no tienen acceso a ese líquido vital para la vida, entre otras razones por la indiferencia o por la inercia de sus gobiernos.

La respuesta es sencilla: sobre la base de una cooperación entre entidades estatales, empresas y organismos, unos 180 medios de transporte intervienen en el suministro de agua a la población en esas zonas donde ya el servicio no llega por las redes hidráulicas, o donde se han secado totalmente las fuentes naturales de abasto.

Eso, desde luego, significa miles de litros de combustible, empleo de medios, gasto de neumáticos, de baterías, pago a fuerza de trabajo y otras inversiones, frente a las cuales el Estado cubano no vacila cuando se trata de algo tan importante como la vida y la salud del ser humano.

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