jueves, diciembre 08, 2005

 

Con 100 años de edad FLORA LE DA LA VUELTA AL MUNDO


Mi vecino José Luis Escobar no es de esos ancianos que acostumbran a visitar frecuentemente a otras familias del barrio. Con sus 78 años de edad se le acentúan las secuelas de la lucha guerrillera contra la dictadura de Fulgencio Batista, antes de 1959.

Antes de ayer, sin embargo, vino hasta mi casa, apoyado en su inseparable y fiel bastoncito. Por la expresión de su rostro supe que necesitaba decirme algo.

Es que Flora Marrero, mi madre, acaba de cumplir 100 años” —me dijo con una paradógica mezcla de alegría y de tristeza.

- ¿Y en qué puedo ayudarle?

“Yo quiero que otras personas en el mundo sepan que aquí, en Cuba, muchos ancianos llegan a los Cien años no solo con una salud envidiable, como mi madre, sino también con mucha felicidad…

“Por eso quiero pedirte que hagas un trabajo periodístico y lo publiques: Creo que ese sería el mejor regalo para mi mamá, ya que no pude estar junto a ella en su cumpleaños, allá en la zona de Arrollón de Chaparra.”


- No se preocupe José Luis, en breve Flora llegará a miles de hogares cubanos y de otras naciones, para decir, con su virtual presencia, que gracias al sistema cubano de Salud ella acaba de coronar felizmente un siglo de vida, camina, visita amistades, conversa, cocina, coce prendas de vestir, tararea una cancioncilla, mantiene excelente humor, magnífica memoria y hasta llama a un brindis por el futuro de sus siete hijos, 45 nietos, 60 biznietos, 22 tataranietos y hasta un "chomo"…

Por eso, sonría usted José Luis. Afortunadamente no volverán aquellos días en que Flora y seis niños -incluido usted- fueron desalojados a punta de bayonetas y lanzados al camino, sencillamente porque su querida madre se había afiliado al Partido Socialista Popular.

Los tiempos han cambiado. Quien viene hoy hasta el hogar de Flora no es aquel brutal guardia, apuntando con un fusil, sino la joven doctora efimo y esteto en mano, el niño que le regala una flor o María Esther, la nieta odontóloga que ofrece solidaria ayuda en América Latina, para correr a sus brazos y decirle: “Abuela, hasta mis pacientes venezolanos acaban de verte en Internet y envían un beso para ti”.

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