domingo, octubre 25, 2015
A LA ZAGA DE TU CALLADO BASTONCITO
No sé quién es. Cuando apareció ante mi vista, caminaba así,
con esa callada apariencia de peregrino, por los norteños contornos de
Chaparra, allá en el norte tunero. Lo más probable es que haya escapado de la
pupila familiar para desandar sobre sus mismos legendarios pasos de ayer,
apoyado ahora en esa tercera extremidad que bajo el nombre de bastón suele
prolongar la mano del ser humano cuando se tornan demasiado cortos los pies.
Portaba, además, un trozo de caña. No creo que para apoyarse
en él. No; tal vez lo hacía para afincar orgullosos recuerdos asociados a toda
una vida entre plantaciones de la gramínea. Así también suelen aferrarse
nuestros abuelos a su irrenunciable pasado.
Y hay que entenderlos. Pobre de quien no sea capaz de
hacerlo. Este, el de mi imprevista foto, puede habérseles escapado –repito- a sus familiares, en el menor descuido… para reencontrarse con sí mismo.
No era un desamparado. No lo creo ni lo quiero. Por más que
se agite la vida cotidiana en Cuba, no predomina a ras de país el descuido de
las nuevas generaciones hacia los más longevos de casa.
Este anciano ha salido a caminar; no más que eso.
Quizás esté necesitando, más que siempre, una mano que lo
acaricie. Eso sí puede ser. Tal vez, un espacio donde conversar con alguien y
creer que, de verdad, puede ayudar aún a enderezar el mundo.
Lamentablemente no tiene la nación todas las condiciones
materiales y financieras para inundar -como quisiera- la geografía de casas de abuelos y hogares
para ancianos… aún cuando hay conciencia acerca de la velocidad a que está
envejeciendo nuestra sociedad y se trazan estrategias para enfrentar esa tendencia que signa al mundo entero.
Haga, mientras (y aún después) cada familia todo cuanto sea
posible por la atención, sosiego, tranquilidad y felicidad de sus abuelos. Un día seremos nosotros los portadores de iguales canas,
arrugas, calendarios, sueños, caprichos y necesidades.
Caminantes somos y en el
camino andamos… a la zaga de un bastón que aguarda, a modo de tercera
extremidad, para que no dejemos –nunca- de andar.
miércoles, octubre 07, 2015
CHE DE TODOS
No es el Che mártir de un día. No lo es del 14 de
junio, cuando vio luz; ni del 8 de octubre, cuando el odio imperial imaginó
apagarle la mirada que aún después de muerto mantuvo viva, con los ojos
rebeldemente abiertos.
Tampoco es solo mártir de asiento en libro, en documento
histórico, en conferencia magistral, clase, pancarta o mural.
Desde siempre, en toda Cuba –y cada vez más- la gente lo
lleva dentro, lo evoca, lo cita, busca en él la inspiración necesaria para
enfrentar lo adverso, para ser mejores, a la manera del hombre nuevo
posiblemente soñado o soñado por lo posible.
Por eso no me preocupa (todo lo contrario), me place ver el
orgullo con que franelas de todas las generaciones inflaman al pecho de quien
porta su imagen a ras de calle.
Como tú, lo he visto en autos, en pequeños bustos, llaveros,
grabado en piel y hasta delineado por la tijera del barbero, a ras externa del
mismo cráneo que –indiscutiblemente- también lo lleva tan dentro.
No por casualidad nuestro Che está en todas partes. Eso
anima y reconforta, aún cuando el mejor tributo será siempre corresponderle,
mediante acciones concretas, con la actitud que su grandeza humana y política
merecen.